Las recientes declaraciones del gobierno cubano, negando la presencia de miembros del Ejército de Liberación Nacional (ELN) en su territorio, son una nueva muestra de la narrativa oficial que intenta desvincular a la isla de su histórico vínculo con grupos terroristas. Según Eugenio Martínez, director para América Latina y el Caribe de la Cancillería de Cuba, las acusaciones carecen de sustento, argumentando que los guerrilleros que han estado en La Habana lo hicieron con autorización del gobierno colombiano para participar en diálogos de paz. Sin embargo, la trayectoria de Cuba como santuario de elementos vinculados al terrorismo internacional contradice estas afirmaciones.
Cuba tiene un largo historial de albergar a figuras asociadas con el terrorismo. Durante décadas, el régimen ofreció protección a miembros de la banda terrorista ETA, quienes aterrorizaron a España con asesinatos y atentados. Muchos de estos individuos aún permanecen en Cuba, lejos de la justicia española.
De manera similar, Cuba ha dado refugio a personas acusadas de crímenes atroces en Estados Unidos. Un caso emblemático es el de Joanne Chesimard (Assata Shakur), buscada por el asesinato de un policía estatal de Nueva Jersey. Chesimard, incluida en la lista de los terroristas más buscados por el FBI, ha encontrado en Cuba un lugar seguro desde hace décadas.
No solo ha sido un refugio; Cuba también ha desempeñado un papel activo en la preparación de grupos insurgentes y terroristas que han desestabilizado América Latina. Durante los años de la Guerra Fría, el régimen cubano entrenó y financió a guerrillas en países como Colombia, Venezuela y El Salvador, consolidando su rol como epicentro de la subversión en el hemisferio occidental.
El ELN, uno de los grupos armados más violentos de Colombia, ha mantenido vínculos con Cuba, que en más de una ocasión ha servido como mediador en los diálogos de paz. Sin embargo, la mediación no debería ser excusa para ignorar el hecho de que la isla ha sido, históricamente, un espacio de resguardo para guerrilleros que han cometido atrocidades contra civiles.
La negación sistemática del régimen cubano de cualquier implicación en actividades relacionadas con el terrorismo no es creíble. Su historial lo contradice y su voluntad de proteger a individuos buscados por crímenes graves demuestra un doble estándar moral y político. Mientras tanto, países como España, Estados Unidos y Colombia siguen lidiando con las consecuencias de los actos de terrorismo cuyos perpetradores han encontrado refugio en la isla.
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