El régimen cubano ha vuelto a criticar las sanciones impuestas por Estados Unidos, exigiendo su eliminación mientras se mantiene firme en su negativa a realizar reformas económicas y políticas que beneficien al pueblo cubano. El ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla, rechazó la restauración de una política de línea dura hacia Cuba anunciada por el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio.
“Rechazamos las decisiones anunciadas por el Secretario de Estado de EE.UU. y los pretextos engañosos con que pretende justificar lo injustificable”, escribió Rodríguez en su cuenta en X. Sin embargo, el canciller omite que el gobierno cubano sigue sin dar señales de apertura económica o respeto a los derechos fundamentales, mientras la isla enfrenta una crisis sin precedentes.
El secretario de Estado, Marco Rubio, anunció este viernes la restitución de la Lista Restringida de Cuba, lo que marca el regreso de una política más rigurosa contra el régimen. Entre las nuevas medidas, también se sancionó a Orbit, S.A., una empresa de remesas vinculada al ejército cubano, con el argumento de que esta opera en beneficio del aparato represivo de la dictadura.
Rubio, conocido por su postura crítica hacia el gobierno cubano, justificó la decisión como un paso necesario para aumentar la presión sobre el régimen, que sigue reprimiendo a la oposición y obstaculizando cualquier avance hacia una economía más abierta o un sistema más pluralista.
El gobierno de Cuba sigue culpando a las sanciones de todos los problemas de la isla, pero se niega a tomar medidas que podrían mejorar la situación de su población. Mientras exige el fin del embargo, mantiene un control total sobre la economía, restringe la inversión privada y persigue a quienes intentan desarrollar iniciativas independientes.
A pesar de la miseria y la escasez generalizada, el régimen insiste en que la crisis es consecuencia exclusiva de las sanciones y no de décadas de mala gestión y corrupción. La respuesta de La Habana a la restauración de sanciones se centra en el discurso victimista de siempre, sin ofrecer ninguna solución real a los problemas del país.
Mientras el gobierno cubano se aferra a su modelo fallido, la crisis económica y social sigue profundizándose. El país enfrenta niveles históricos de pobreza, un éxodo migratorio sin precedentes y un descontento generalizado que ya no puede ser silenciado con propaganda.
Si bien la administración de Joe Biden relajó algunas sanciones durante su mandato, el régimen cubano no dio ninguna señal de reciprocidad. La apertura económica sigue siendo una ilusión, y la represión contra activistas y opositores ha aumentado. Ante este escenario, Washington ha decidido retomar una estrategia de presión que busca forzar cambios en la isla.
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