El papa Francisco expresó una firme condena contra las deportaciones masivas llevadas a cabo por la administración de Donald Trump en Estados Unidos, advirtiendo que "lo que se construye sobre la fuerza, terminará mal".
En una carta extensa dirigida a los obispos estadounidenses, el pontífice argentino señaló las graves consecuencias humanas de estas políticas, que, según él, afectan "la dignidad de muchos hombres y mujeres, de familias enteras".
Reconocido por su defensa constante de los derechos de los migrantes, el papa Francisco expresó su profunda preocupación por la situación migratoria en Estados Unidos a raíz de estas medidas de deportación masiva.
"He seguido con atención la crisis significativa que está teniendo lugar en Estados Unidos debido al inicio de un programa de deportaciones masivas", escribió en la carta publicada por el Vaticano.
Francisco reconoció "el derecho de toda nación a protegerse y garantizar la seguridad de sus comunidades frente a quienes hayan cometido crímenes violentos o graves, ya sea dentro del país o antes de su llegada".
No obstante, alertó que la expulsión forzada de personas vulnerables, muchas de las cuales huyen de la pobreza extrema, la violencia, la explotación, la persecución o el deterioro ambiental, "las coloca en una situación de mayor vulnerabilidad e indefensión".
El Papa subrayó el impacto moral y ético de estas medidas, resaltando que un Estado de derecho se mide por la forma en que trata a los más desprotegidos. "Esta no es una cuestión menor: un auténtico Estado de derecho se verifica en el trato digno que merecen todas las personas, especialmente los más pobres y marginados".
Defensor incansable de la causa migratoria durante sus diez años de pontificado, Francisco advirtió con firmeza sobre las consecuencias de basar las políticas en la fuerza. "Lo que se construye sobre la base de la fuerza, y no sobre la verdad de la igual dignidad de todo ser humano, comienza mal y terminará mal".
El vicepresidente de Trump, JD Vance, católico practicante, defendió estas deportaciones utilizando el concepto teológico ordo amoris, argumentando que la jerarquía del amor cristiano debe priorizar a los ciudadanos nacionales por encima de los migrantes.
Francisco rebatió esta interpretación en su carta, afirmando: "El amor cristiano no es una expansión concéntrica de intereses que poco a poco se extiende a otras personas y grupos. El verdadero ordo amoris que debemos promover es el que descubrimos al meditar constantemente la parábola del buen samaritano, es decir, el amor que construye una fraternidad abierta a todos, sin exclusión".
La postura del Papa ha recibido el respaldo de importantes sectores de la Iglesia católica en Estados Unidos. La Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos ya había manifestado su oposición a las políticas migratorias de Trump, señalando que "son profundamente preocupantes y tendrán consecuencias negativas, muchas de las cuales afectarán a los más vulnerables entre nosotros".
David Gibson, director del Centro de Religión y Cultura de la Universidad de Fordham, comentó que la carta de Francisco "desmonta cada afirmación teológica absurda de JD Vance y sus aliados en el catolicismo conservador".
La relación entre Francisco y Donald Trump, quien visitó el Vaticano en 2017, ha estado marcada por profundas diferencias en materia de inmigración. Desde la campaña presidencial de 2016, el Papa criticó la idea de construir un muro en la frontera con México, señalando que "quien construye muros en vez de puentes, no es cristiano".
Las recientes deportaciones masivas implementadas por el gobierno de Trump han resultado en la detención de miles de migrantes. La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, informó que más de 8,000 personas han sido arrestadas en acciones de control migratorio desde el inicio del nuevo gobierno.
Algunas de estas personas han sido deportadas, mientras que otras permanecen detenidas en prisiones federales o en la Base Naval de la Bahía de Guantánamo en Cuba.
El debate sobre la política migratoria en Estados Unidos sigue polarizando a la opinión pública y ha generado tensiones dentro de la comunidad católica. Mientras algunos sectores respaldan las medidas de control migratorio, otros enfatizan la responsabilidad moral y cristiana de acoger y proteger a los más vulnerables.
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