El huracán Melissa alcanzó la categoría 5, el máximo nivel en la escala Saffir-Simpson, y se dirige lentamente hacia el oriente de Cuba con vientos sostenidos de 260 km/h y una presión central de 917 hectoPascal, según el Aviso No. 14 del Instituto de Meteorología (INSMET) emitido este lunes.
A las 6:00 a.m., el ojo del huracán se encontraba en los 16.4°N y 77.9°O, a solo 200 kilómetros al sur-suroeste de Kingston, Jamaica, y 455 kilómetros al suroeste de Santiago de Cuba. Aunque su desplazamiento es lento —apenas 6 km/h hacia el oeste—, los modelos de pronóstico indican un giro hacia el norte y nordeste en las próximas horas, lo que colocaría al fenómeno en trayectoria directa hacia el oriente cubano.
El INSMET alertó sobre un deterioro acelerado de las condiciones meteorológicas en esa región, con lluvias torrenciales, marejadas violentas e inundaciones costeras en las provincias de Granma y Santiago de Cuba, además de deslizamientos de tierra en zonas montañosas.
“Melissa estará aproximándose al país desde el martes por los mares al sur de la región oriental”, señala el comunicado, que insta a mantener “una estricta vigilancia” ante un evento catalogado como “muy peligroso”.
Un país bajo amenaza y sin preparación
Mientras los meteorólogos advierten sobre el poder devastador del sistema, la sensación general entre los cubanos del oriente es de abandono y desprotección. Viviendas frágiles, escasez de alimentos y combustible, falta de transporte para evacuar y apagones prolongados conforman un panorama desolador justo cuando el ciclón se acerca.
Las bandas externas de Melissa ya provocan lluvias intensas y fuertes ráfagas de viento en varias provincias orientales. En localidades costeras de Granma y Santiago, los residentes reportan primeras inundaciones y crecidas de ríos, mientras que las marejadas del litoral sur amenazan con penetraciones del mar en zonas bajas.
Sin embargo, las medidas preventivas oficiales parecen insuficientes. La llamada Defensa Civil, sin vehículos ni materiales de emergencia suficientes, se limita a emitir orientaciones generales, mientras muchos cubanos intentan reforzar techos y proteger pertenencias con los pocos recursos disponibles.
“Aquí no hay nada preparado. Cada quien se está defendiendo como puede”, denunció un residente de Niquero en declaraciones a medios independientes.
La furia de Melissa y la otra tormenta: el colapso estructural
Melissa no solo representa una amenaza natural, sino que pone al descubierto la fragilidad del país. La infraestructura eléctrica sigue colapsada, los hospitales carecen de suministros básicos y los refugios disponibles son insuficientes o inadecuados.
A pesar de los llamados oficiales a “la calma y la disciplina”, el malestar ciudadano crece ante la sensación de que el gobierno, una vez más, carece de un plan real de respuesta.
“Los partes del INSMET son precisos, pero no sirven de nada cuando no hay cómo evacuar ni dónde guarecerse”, comentó un usuario desde Guantánamo.
El Centro de Pronósticos informó que se mantiene “una estrecha vigilancia sobre la evolución del sistema” y ofrecerá un nuevo parte al mediodía.
Por ahora, lo único claro es que Melissa —ya con categoría 5— es un huracán de enorme intensidad y potencial destructivo. Y aunque sus vientos estremecen el Caribe, lo que más temen los cubanos es lo de siempre: enfrentar la catástrofe solos, con un Estado ausente y un país cada vez más frágil.
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