La represión no cede en Gibara. El número de personas detenidas en Gibara, Holguín, ha ascendido a 27 tras las protestas pacíficas del pasado 13 de septiembre. Así lo confirmó el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), que denunció el ambiente de terror instaurado por las autoridades cubanas en esta localidad oriental.
La manifestación comenzó en el poblado de El Güirito, donde vecinos exasperados por más de 24 horas sin electricidad ni agua salieron a las calles con cacerolas y gritos de “¡Queremos corriente y agua!”. Este acto de desesperación fue respondido con un despliegue represivo encabezado por el capitán Diosmel, alias “Julio”, un oficial conocido por aplicar tácticas de intimidación.
De los 27 arrestados, cuatro continúan en prisión sin garantías procesales. Los otros 23 fueron liberados bajo fianza, pero se mantienen bajo estricta vigilancia, lo que en la práctica representa una extensión del castigo. El OCDH alertó que “Gibara está bajo terror”, describiendo una comunidad silenciada por el miedo.
Mientras tanto, el gobierno intenta controlar el relato. El diario oficial Granma negó cualquier violencia y afirmó que todo se resolvió mediante un “diálogo franco”. Sin embargo, múltiples videos y testimonios ciudadanos desmienten esa versión, mostrando detenciones arbitrarias durante la madrugada. El periodista independiente José Raúl Gallego fue tajante: “Esto no es periodismo, es propaganda”.
El proyecto Represores Cubanos identificó a dos informantes del Departamento de la Seguridad del Estado —Wilder César Tejeda Ruiz y Adrián Pupo Cuesta (alias “El Mocho”)— como responsables de grabar a los manifestantes y facilitar las detenciones posteriores.
Este patrón de represión no es aislado. Un día antes de las protestas en Gibara, comenzó en Bayamo el juicio contra 16 manifestantes detenidos en 2024, acusados de “desórdenes públicos”. La estrategia del régimen es clara: negar con propaganda lo que ejerce con puño de hierro.
La situación en Gibara es solo una muestra del hartazgo popular que crece en Cuba, donde protestar por luz y agua puede significar cárcel. Como dijo un ciudadano: “No son delincuentes, solo piden lo que todos necesitamos: luz, agua y comida”.
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