La llegada de María Corina Machado a Oslo para participar en los actos vinculados a la entrega del Premio Nobel de la Paz estuvo marcada por un viaje clandestino de casi 48 horas que, según medios internacionales, implicó múltiples riesgos, un elaborado disfraz y el apoyo de dos acompañantes. Aunque la ceremonia ya había comenzado cuando aterrizó en Europa, su periplo se convirtió en un acontecimiento político de alcance global, dada la situación de persecución que enfrenta en Venezuela.
De acuerdo con el relato difundido por The Wall Street Journal, Machado inició su salida del país la tarde del lunes, después de más de un año viviendo en la clandestinidad para evitar ser detenida por las autoridades venezolanas. La Fiscalía, controlada por el Gobierno de Nicolás Maduro, la investiga por presunta “traición a la patria”, un cargo que la dirigente opositora ha calificado reiteradamente como fabricado para impedir su participación política.
La travesía comenzó en Caracas, desde donde partió disfrazada y acompañada de dos personas. Su objetivo era llegar a la costa norte del país, lo cual implicó superar más de una decena de controles militares y policiales. Según la información divulgada por la prensa internacional, el grupo consiguió pasar cada uno de ellos sin ser detectado, una operación que tuvo que ejecutarse con precisión para evitar cualquier sospecha que pudiera terminar en su arresto.
Al llegar a un puerto pesquero —cuyo nombre no ha sido revelado por razones de seguridad—, la comitiva abordó un pequeño esquife de madera rumbo a la isla de Curazao, territorio del Reino de los Países Bajos. La distancia entre la costa venezolana y la isla varía entre 65 y 250 kilómetros, dependiendo del punto de partida, lo que convierte la travesía en una ruta compleja y potencialmente peligrosa, especialmente si se realiza en embarcaciones pequeñas.
La navegación estuvo marcada por un mar agitado, lo que retrasó la llegada hasta la tarde del martes. El trayecto ocurrió en un contexto especialmente delicado: el mar Caribe es actualmente escenario de operaciones militares de Estados Unidos contra el narcotráfico, con ataques recientes que han dejado más de 80 muertos. Por ello, según The Wall Street Journal, la comitiva se habría comunicado con autoridades estadounidenses para evitar ser confundida con embarcaciones asociadas al crimen organizado.
Tras llegar a Curazao, Machado y sus acompañantes pasaron la noche en la isla antes de abordar un avión privado procedente de Miami. No obstante, el retraso acumulado hizo imposible que la opositora venezolana arribara a tiempo para la ceremonia del Nobel, programada para la una de la tarde del miércoles. Desde la isla, Machado logró comunicarse telefónicamente con Jorgen Watne Frydnes, presidente del Comité Nobel Noruego, para informarle: “Estoy de camino”.
La entrega del galardón —recibido en su nombre por su hija, Ana Corina Sosa— marcó un hito histórico para la oposición venezolana. Machado llegó finalmente a Oslo alrededor de la una de la madrugada del jueves. Tras su llegada, saludó desde el Grand Hotel a un grupo de simpatizantes antes de reunirse con ellos en la calle, completando así un viaje extraordinario que se mantuvo en secreto incluso para algunos miembros del Comité Nobel.
Aunque la dirigente aseguró que regresará a Venezuela, evitó precisar cuándo o cómo lo hará. Su retorno, como su salida, podría convertirse en una nueva odisea en un contexto político cada vez más tenso y vigilado.
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