La Comisión Nacional de Béisbol informó que el juego 547 de la 64 Serie Nacional, celebrado el 10 de diciembre entre Santiago de Cuba y Mayabeque, fue oficialmente confiscado a favor del conjunto santiaguero. La decisión responde a que Mayabeque utilizó al lanzador Yadian Martínez Pérez, quien no estaba declarado en el line up, contraviniendo lo estipulado en el artículo 8.4.2, inciso 4 del reglamento vigente.
Dicho artículo establece claramente que todos los jugadores disponibles para un partido deben registrarse en una lista manuscrita previa al encuentro, y que cualquier atleta no incluido en ella no será elegible. En caso de utilizarlo, el castigo es la confiscación del juego para el equipo infractor. Basándose en esta normativa, las autoridades confirmaron la victoria para Santiago de Cuba y la derrota administrativa para Mayabeque.
Sin embargo, la aplicación de esta regla vuelve a desatar un viejo debate dentro del ámbito beisbolero. Para muchos especialistas y seguidores, este apartado del reglamento es una carga burocrática innecesaria que poco aporta al orden del torneo y, por el contrario, genera errores evitables que terminan afectando directamente la competencia.
La realidad del campeonato lo demuestra: la mitad de los equipos ha perdido partidos por la misma razón, algunos en más de una ocasión, lo cual evidencia lo engorroso del procedimiento. Las consecuencias ya trascienden lo deportivo: un director fue sustituido tras reincidir varias veces en la misma infracción, y varios encuentros se han definido fuera del terreno por un tecnicismo administrativo.
Entrenadores y exdirectores coinciden en que, en la antesala de un partido, los cuerpos técnicos ya enfrentan suficientes cargas tácticas, psicológicas y de manejo del grupo como para, además, lidiar con una lista manuscrita que en nada influye en la esencia del juego. Situaciones inesperadas como lesiones, cambios estratégicos o partidos sellados que se reanudan días después en contextos distintos, vuelven aún más rígida y contraproducente esta exigencia.
El reclamo común es sencillo: permitir que cualquier jugador inscrito en la plantilla pueda participar, sin necesidad de un documento adicional que solo complica y provoca fallas que nada tienen que ver con el rendimiento sobre el terreno.
Con la postemporada en el horizonte y la emoción creciendo en las gradas, preocupa que decisiones cruciales del campeonato puedan seguir dependiendo de una formalidad obsoleta. En un momento en que el béisbol cubano necesita recuperar credibilidad y agilidad, muchos consideran impostergable revisar un reglamento que, lejos de proteger el juego, lo entorpece.
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