Emigrar en busca de una vida mejor sigue siendo un salto al vacío para muchos trabajadores, especialmente para quienes llegan desde países con economías frágiles. Ese es el caso de un albañil cubano que reside en España y que, desde lo alto de una obra, decidió contar sin filtros cómo es realmente sobrevivir con un salario de la construcción en el país. Su testimonio fue compartido en el canal de YouTube Los Chuchis y rápidamente llamó la atención por su honestidad.
“Mi salario entra el día primero y ese día descansa en paz”, confesó, explicando que cobra entre 1.200 y 1.300 euros al mes, una cifra apenas por encima del salario mínimo. Aunque reconoce que “mal no se vive” y que el sector de la construcción “no paga mal”, admite que el sueldo se esfuma en cuestión de horas debido a los gastos básicos.
El primer golpe llega con el alquiler: paga 610 euros por el piso donde vive, más unos 100 euros de luz y otros costos que aparecen cada cierto tiempo. “El día tres o cuatro ya el dueño del piso me pasa la factura de la luz. Si pasan unos meses, también viene la de agua. El dinero hace escala en mi tarjeta y sigue”, lamenta.
A estos pagos se suman servicios indispensables como las líneas telefónicas, el transporte y, sobre todo, una decisión que asegura le salió mal: la compra de una furgoneta para intentar hacerse autónomo. Su idea inicial era trabajar en repartos para Amazon u otras plataformas, pero el proyecto no prosperó y hoy debe abonar 260 euros mensuales solo por el vehículo. “Imagínense ustedes: al salario quítenle el piso, la luz, el agua, los teléfonos… y ahora también la furgoneta”, explica.
Pese a las dificultades, el albañil destaca aspectos positivos de vivir en España. Asegura que existen “millones de oportunidades” para quien sabe aprovecharlas y que, si se cuenta con ayuda familiar para compartir gastos, es posible incluso ahorrar. Él mismo pudo guardar un poco de dinero antes de embarcarse en el fallido proyecto de autónomo.
También valora la variedad que ofrece el país para todos los bolsillos: “Aquí tú sales, paseas… hay cosas baratas y caras, pero siempre encuentras algo”. Sin embargo, considera que el salario medio de un trabajador manual apenas permite vivir con dignidad: “Aquí el dinero no alcanza para mucho, solo para pagarte el piso y vivir”.
Aun así, se muestra orgulloso de su trabajo en los andamios y de haber logrado cierta estabilidad. “Me alegro de tener un buen trabajo. No es el mejor ni el salario es el mejor, pero me siento bien. Todos los meses tengo mi dinerito para pagar el piso”.
Para él, pagar el alquiler representa más que una obligación: es un símbolo de tranquilidad y de logro personal. “Tener donde vivir, descansar y mantener a tu familia unida vale muchísimo. Que no me alcance para otras cosas no importa. Tener mi piso ya es una maravilla”.
El trabajador concluye recordando otros gastos inevitables que cada año vuelven a golpear su economía, como el seguro del coche o los impuestos. Aun con todo, asegura llevar una vida humilde pero estable: “Así vivo yo, tranquilo. Eso es lo que gana un español aquí, a no ser que seas médico o algo diferente”.
Su testimonio pone sobre la mesa una realidad compartida por miles de inmigrantes: España ofrece oportunidades, sí, pero el costo de mantenerse a flote puede ser abrumador para quienes llegan con sueños de mejorar su vida, pero se encuentran con una economía donde cada euro cuenta.
Fuente: La Razón