La tensión entre Estados Unidos y Venezuela escaló a niveles que preocupan a toda América Latina. La reciente incautación del buque cisterna Skipper por fuerzas estadounidenses ha reactivado el debate sobre la soberanía venezolana y el interés estratégico del petróleo en la región.
Maduro no dudó en calificar la operación como un acto de “piratería criminal”, acusando directamente a Washington de intentar apropiarse de los recursos naturales del país sudamericano.
“Se les cayó la máscara (…) es el petróleo que se lo quieren robar y Venezuela va a defender su soberanía sobre sus recursos naturales”, dijo en un acto transmitido por la televisión estatal.
Según fuentes, el barco transportaba entre 1,1 y 1,9 millones de barriles de crudo, y sus tripulantes permanecen “desaparecidos”, según denuncias oficiales.
La Casa Blanca defendió la acción, asegurando que se trata de un proceso legal de confiscación, mientras que la comunidad internacional observa con creciente alarma. La ONU y varios gobiernos, incluyendo Rusia e Irán, han cuestionado la legitimidad del operativo y alertan sobre las posibles consecuencias para la paz y el comercio internacional mientras Cuba ha manifestado su solidaridad con Caracas, calificando la acción como piratería estatal.
La escalada no se limita al mar. Washington ha aumentado su presencia militar en el Caribe, incluyendo portaviones, cazas y miles de marines, bajo el argumento de combatir el narcotráfico. Sin embargo, las cifras y el historial de operaciones generan dudas: al menos 22 ataques desde septiembre, más de 80 muertos, y acusaciones de “ejecuciones extrajudiciales” por expertos en derecho internacional.
Además, Donald Trump anunció que el espacio aéreo venezolano podría considerarse “completamente cerrado”, lo que algunos analistas interpretan como un ensayo de bloqueo aeronaval.
La oposición venezolana sigue alineándose con los intereses estadounidenses. María Corina Machado, desde Oslo, aplaudió la incautación del Skipper y respaldó la estrategia de Trump, mientras Maduro critica su postura como una traición a la soberanía nacional. En medio de esta confrontación, el presidente colombiano Gustavo Petro cuestiona la falta de unidad latinoamericana frente a lo que él califica como invasión y agresión de Estados Unidos, recordando que los pueblos del Caribe y América Latina son los legítimos dueños de sus aguas y recursos.
El escenario es complejo: sanciones económicas, despliegues militares, confrontaciones diplomáticas y acusaciones de piratería estatal se mezclan en un tablero internacional donde los recursos energéticos son moneda de poder.
Mientras tanto, Venezuela insiste en defender su soberanía, garantizar el comercio de crudo y denunciar ante instancias internacionales lo que considera una agresión directa. La pregunta que flota en el aire es clara: ¿se trata de una legítima operación legal de Estados Unidos o del preludio de un bloqueo que amenaza la estabilidad regional?
Fuente: On Cuba
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