Tras la expulsión del sacerdote mexicano José Ramírez que tocara las campanas de la Iglesia de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa durante una protesta vecinal en La Habana, una amplia repercusión ha invadido las redes.
Así Martí Noticias informó que la medida implica que Ramírez debe abandonar el país una vez que su permiso de residencia caduque; no obstante, fuentes religiosas informaron que, aunque no se hará un anuncio público de su expulsión, agentes de la Seguridad del Estado presionaron al sacerdote para que dejara la Isla de inmediato. Este hecho refleja un patrón de acoso y control sobre religiosos extranjeros que critican al régimen o que no mantienen una relación complaciente con las autoridades cubanas.
No se trata de un caso aislado. En 2022, el sacerdote David Pantaleón, padre superior de los jesuitas en Cuba, fue obligado a salir del país por expresar opiniones críticas a través del boletín dominical “Vida Cristiana”. Pantaleón también había solicitado apoyo para los activistas del Movimiento San Isidro durante el encierro de noviembre de 2020, demostrando su compromiso con la defensa de los derechos ciudadanos frente a la represión oficial.
La religiosa Sor Ariagna Brito describió su partida como una pérdida lamentable, denunciando que “el gobierno cubano, en uso de sus facultades de poderío dictatorial, sin principios ni valores, le obliga a abandonar el país”.
El contexto de esta expulsión se enmarca en las recientes protestas ocurridas entre la noche del lunes y la madrugada del martes anterior en la capital cubana, provocadas por prolongados apagones. En señal de apoyo a los manifestantes, se reportó que las campanas de la iglesia La Milagrosa en el municipio Diez de Octubre sonaron como un acto simbólico de solidaridad con la población, según el periodista Mario J. Pentón.
La expulsión de José Ramírez evidencia la persistente tensión entre la sociedad civil cubana y las autoridades, en la que los actores religiosos juegan un papel importante al amplificar la voz de los ciudadanos y apoyar las demandas sociales frente a un régimen que continúa restringiendo la libertad de expresión.
Medios independientes como ADN Cuba y Martí Noticias han dado seguimiento a estos casos, destacando la importancia de la cobertura sobre los derechos humanos y las libertades fundamentales en la Isla.
Decenas de comentarios reflejan la indignación y el asombro de los usuarios ante la reacción del Gobierno cubano hacia el sacerdote mexicano. Varios destacan el miedo extremo que genera incluso el sonido de las campanas, símbolo de libertad, y agradecen la valentía del religioso por mantenerse firme frente a la represión.
Otros critican la situación como una vergüenza para el país gobernado por una dictadura, señalando que el trato recibido por el sacerdote le servirá para relatar su experiencia a sus compatriotas en México.
Hay quienes defienden la separación entre religión y política, señalando que su función es predicar y no involucrarse en asuntos sociales o políticos, mientras que algunos enfatizan la falta de respeto a los derechos humanos y la libertad religiosa en Cuba.
Muchos se remontan a inicios del proceso revolucionario cuando los clérigos eran, incluso, golpeados y obligados a salir del país.
En conjunto, los comentarios reflejan una mezcla de apoyo al sacerdote, crítica al Gobierno y preocupación por la situación de las libertades en la Isla.
Fuentes: ADN, Martí Noticias, Mario Pentón
Gráfica: Martí Noticias
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