Las protestas ciudadanas continúan extendiéndose en Cuba, impulsadas por los prolongados apagones y la crisis en los servicios básicos, especialmente el abasto de agua. La más reciente manifestación se registró en el municipio habanero de Marianao, donde decenas de vecinos salieron a la Avenida 51 en la noche del martes para exigir soluciones y expresar su hartazgo.
El estallido ocurrió en completa oscuridad, durante un apagón que afectaba a la zona. Según muestran videos difundidos por el músico opositor El Funky, los manifestantes golpearon calderos, gritaron consignas y bloquearon parcialmente la vía, incluso encendiendo un pequeño fuego en medio de la calle.
Poco después, agentes de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) irrumpieron en el lugar y detuvieron a varios ciudadanos, según denunció el propio artista. En las grabaciones se aprecia una patrulla policial en la penumbra y se escuchan testimonios de testigos que confirman los arrestos, una respuesta habitual del régimen ante cualquier intento de protesta pacífica.
Los apagones y la falta de agua han provocado manifestaciones similares en distintas provincias, sobre todo en La Habana, donde la frustración popular crece ante la ausencia de soluciones concretas. Paralelamente, el gobierno ha declarado una emergencia epidemiológica por el aumento de enfermedades vinculadas a la basura acumulada y la falta de agua corriente, una situación que agrava el malestar social.
En medio de los reclamos, el presidente designado Miguel Díaz-Canel lanzó una advertencia directa: “Nadie está autorizado a cerrar una vía pública, porque obstaculizan servicios imprescindibles para nuestro propio pueblo”. El mandatario insistió en que las demandas deben canalizarse “en los lugares establecidos, como el Partido o las instituciones del Estado”, una postura que criminaliza las protestas vecinales y refuerza la represión.
A pesar de las amenazas, el descontento crece tanto en las calles como en las redes sociales. Dos casos recientes simbolizan la desesperación y el valor de quienes se atreven a hablar.
Por un lado, la joven Anna Sofía Benítez Silvente, de 20 años, denunció en un video viral la crisis energética, la precariedad de los servicios básicos y la falta de empleos dignos, recibiendo posteriormente amenazas de prisión por “antirrevolucionaria”.
Por otro, el médico habanero Dayron Ramos expresó públicamente su cansancio y frustración ante las condiciones en que viven incluso los profesionales de la salud, asegurando que no tiene ni para comer y que la población ha perdido toda esperanza de mejora.
Mientras el régimen responde con represión y silencio, los cubanos siguen alzando la voz desde sus barrios, marcados por el hambre, el calor, la oscuridad y el abandono estatal. Las protestas en Marianao se suman a una ola creciente de descontento nacional, que el gobierno intenta sofocar, pero que refleja el profundo colapso social y político que atraviesa el país.
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