Durante décadas, el 8 de octubre de 1967 fue presentado como el día en que Ernesto Guevara de la Serna, conocido como el Che, murió “heroicamente” en combate en Bolivia. Sin embargo, los documentos desclasificados y los testimonios de testigos directos desmienten esa versión: el Che no cayó luchando, fue capturado vivo y ejecutado al día siguiente.
Fidel Castro fue uno de los primeros en difundir la versión del “martirio”, invirtiendo recursos considerables en la recuperación del cadáver y la construcción del mito del “Guerrillero Heroico”, figura que el régimen cubano convirtió en símbolo global del comunismo.
Según las investigaciones históricas sobre la guerrilla de Ñancahuazú, el Che fue sorprendido el 8 de octubre en la Quebrada del Yuro por tropas del ejército boliviano. Tras un combate de unas tres horas, resultó herido en una pierna y capturado con vida, junto al sindicalista boliviano Simeón “Willy” Cuba Sanabria.
Otros miembros de su grupo no tuvieron la misma suerte: René Martínez Tamayo, Orlando Pantoja y Aniceto Reinaga murieron en combate, mientras que Alberto Fernández Montes de Oca falleció al día siguiente por las heridas recibidas. Solo un puñado de combatientes, entre ellos los cubanos Harry Villegas (Pombo), Dariel Alarcón (Benigno) y Leonardo Tamayo (Urbano), logró escapar hacia Chile.
El Che y Willy fueron trasladados a la escuela de La Higuera, donde permanecieron presos hasta el 9 de octubre. Ese día, el presidente boliviano René Barrientos ordenó su ejecución. En el lugar se encontraban el coronel Joaquín Zenteno Anaya y el agente Félix Ismael Rodríguez, cubano-estadounidense vinculado a la CIA, quien transmitió la orden de fusilamiento y se entrevistó brevemente con el prisionero antes de su muerte.
De acuerdo con los reportes oficiales, Guevara fue ejecutado a la 1:10 p.m. del 9 de octubre, tras ser acribillado por el sargento Mario Terán. El cuerpo fue luego trasladado a Vallegrande, donde fue embalsamado y sus manos amputadas para conservarlas como prueba de su identidad.
Paradójicamente, el hombre que en La Cabaña había ordenado ejecuciones sin juicio murió también sin uno, bajo una orden política. Años después, Fidel Castro elevó su figura al rango de mito, presentándolo como estratega, economista y mártir revolucionario.
El supuesto traslado de los restos del Che a Cuba en 1997, en un vuelo secreto desde Bolivia, ha sido cuestionado por varios expertos. El propio Félix Rodríguez aseguró que el cuerpo nunca estuvo en el lugar donde el régimen dice haberlo encontrado, alimentando así la duda sobre el destino final del guerrillero argentino.
Más de medio siglo después, la historia del Che Guevara sigue dividida entre la leyenda y la realidad: la de un hombre convertido en ícono por la propaganda, y la de un combatiente que terminó sus días preso, derrotado y fusilado en una pequeña escuela del altiplano boliviano.
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