La reciente decisión del Banco Metropolitano de exigir a sus clientes reservar un turno a través de la aplicación Ticket para presentar quejas ha generado un amplio rechazo entre usuarios y periodistas, incluso dentro del ámbito oficialista.
Según el comunicado del banco, los clientes deben solicitar la cita con hasta una semana de antelación y no menos de 24 horas, para ser atendidos en la oficina central de La Habana Vieja los lunes, miércoles y jueves, en un horario limitado de 9:00 a.m. a 1:00 p.m.
La medida, que busca organizar la atención y reducir las aglomeraciones, ha sido calificada por muchos como absurda y burocrática.
La periodista oficialista Ana Teresa Badía expresó su inconformidad públicamente, cuestionando la necesidad de sacar un turno digital para quejarse: “En serio que para yo quejarme tengo que sacar un Ticket e ir el día que me citen o únicamente quejarme por los canales que el Banco Metropolitano dice ahí”.
Badía añadió que continuará expresando su opinión en redes sociales, resaltando que ninguna organización seria excluye las plataformas digitales de los mecanismos de quejas, ya que estas permiten gestionar la reputación y anticipar crisis.
Los usuarios tampoco han escatimado críticas.
Comentarios irónicos y molestos reflejan la frustración generalizada: Ricardo Castillo señaló que “la primera queja es precisamente esa: tener que reservar para quejarse”, mientras Miladis Fernández expresó que “ya solo queda reír porque ya se ha llorado bastante”. Otros, como Dayana Díaz, denunciaron demoras en depósitos y falta de respuesta del banco, evidenciando la dificultad de acceder a servicios esenciales.
El descontento también se centra en la exclusión digital que genera esta medida. Muchos cubanos, especialmente adultos mayores, carecen de acceso a internet o dispositivos móviles, lo que convierte la reserva en Ticket en una barrera adicional para presentar reclamos.
Aunque el Banco Metropolitano asegura que existen alternativas como el correo electrónico, la plataforma Bienestar y la atención en sucursales, los usuarios denuncian que estas vías también presentan dificultades logísticas y técnicas.
Esta decisión se enmarca en un contexto de crisis estructural del sistema bancario cubano, caracterizado por largos tiempos de espera, falta de efectivo, interrupciones frecuentes y limitaciones en cajeros automáticos.
La digitalización forzada, aunque busca agilizar trámites, expone la brecha tecnológica y agrava la exclusión de los ciudadanos más vulnerables.
La polémica en torno a Ticket refleja un descontento generalizado que trasciende la esfera digital: la medida es percibida como un símbolo de burocracia excesiva y desconexión de la realidad de los clientes, generando debates sobre la efectividad y la equidad del sistema financiero cubano.
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