El primer ministro de Cuba, Manuel Marrero Cruz, dejó entrever públicamente que la campaña gubernamental destinada a lograr “una Habana más limpia y más bonita” no está funcionando como se esperaba, según refleja una publicación del periodista Rolando Nápoles en su perfil de Facebook, donde reproduce declaraciones del propio jefe de Gobierno.
“Para garantizar que estemos con una Habana más bonita, más limpia, hay que trabajar todos los días. Es cuando más me tengo que organizar. Si me faltan camiones, es cuando más viajes tengo que dar con los camiones, los pocos que tengo. Pero no está funcionando así”, expresó Marrero, en palabras que han generado múltiples reacciones por lo que implican: un reconocimiento implícito del fracaso operativo de una de las campañas más reiteradas por las autoridades cubanas en los últimos años.
La situación de la basura en La Habana es uno de los problemas más visibles y persistentes de la capital. Montones de desechos acumulados en esquinas, calles y solares se han convertido en una imagen cotidiana, acompañada de malos olores, proliferación de vectores y un evidente deterioro de la calidad de vida de los habaneros. A pesar de los llamados oficiales, los operativos “intensivos” y los discursos sobre organización y disciplina, la realidad en los barrios sigue mostrando un panorama crítico.
Las palabras del primer ministro llaman la atención porque, aunque responsabiliza a la falta de recursos —como la escasez de camiones recolectores—, también admite fallas en la gestión y en la organización del trabajo diario. Para muchos ciudadanos, esta afirmación confirma lo que se vive en la práctica: la falta de soluciones estructurales y sostenidas, más allá de campañas temporales o declaraciones públicas.
Diversos especialistas y vecinos han señalado que el problema no se limita únicamente a la recolección, sino que involucra deficiencias en la infraestructura, falta de mantenimiento, bajos salarios del personal de servicios comunales y ausencia de una estrategia integral de manejo de residuos. A ello se suma el contexto general del país, marcado por la crisis económica, la escasez de combustible y la falta de piezas de repuesto, factores que impactan directamente en los servicios básicos.
La publicación de Rolando Nápoles ha servido como detonante para el debate en redes sociales, donde muchos usuarios interpretan las palabras de Marrero como un intento de justificar resultados que no se corresponden con las expectativas creadas por el propio Gobierno. Otros consideran que se trata de una admisión poco habitual dentro del discurso oficial, aunque sin un anuncio claro de medidas concretas que reviertan la situación.
Mientras tanto, La Habana continúa enfrentando uno de sus mayores desafíos urbanos, con una ciudadanía que reclama soluciones efectivas y sostenibles, más allá de consignas o campañas que, como el propio primer ministro reconoció, no están funcionando.
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