La historia de esta madre de La Caoba, en el municipio San Luis, Santiago de Cuba, es mucho más que un caso aislado. Es el reflejo de una realidad que golpea a miles de familias cubanas que viven en pobreza extrema y que, tras el paso del ciclón, quedaron aún más abandonadas. Según denuncia el periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada, esta mujer —clasificada oficialmente como Caso Social— no ha recibido ni un colchón, ni alimentos, ni materiales, ni una visita institucional. Nada. Solo silencio.
Y ese silencio ha despertado un torrente de reacciones que evidencian que este no es un hecho excepcional, sino un patrón repetido en toda la Isla.
“Los colchones se vendieron por detrás, nadie hace nada con este caso social severo”, denunció una usuaria, apuntando a la corrupción y al desvío de recursos destinados a los damnificados. Otra lectora lamentó que el ciclón solo vino a mostrar lo que muchos padecen “toda su vida”: precariedad, abandono estatal y promesas que jamás se cumplen.
Muchos coinciden en que esta situación no sorprende. En barrios como San Pedrito, Altamira o La Risueña, la miseria es tan profunda que, como señaló una comentarista, “la carne se te pone peor que la de una gallina” al ver cómo viven las familias. La corrupción y el favoritismo también salieron a relucir. Una madre del Cobre contó que su hija lleva 20 años durmiendo en el piso con una herida en el corazón sin cerrar, y que aun así no aparece en ningún listado de vulnerables. “Lo que era para los necesitados está en manos de gente que no lo necesita”, afirmó otra cubana.
Las voces coinciden en algo: la falta de humanidad. “Este país ya no tiene compasión”, escribió una usuaria, señalando que la ayuda termina donde manda el dinero o los intereses. Para muchos, las donaciones internacionales “se quedan en el camino”, sin llegar a quienes realmente sufren. Otra persona reclamó: “¿Dónde están las donaciones para los damnificados?”. La indignación es general.
Pero también hay llamados a la solidaridad entre vecinos. “El silencio es nuestro peor enemigo”, dijo una lectora, exhortando a la comunidad a no dejar que estos casos pasen inadvertidos.
Esta madre de La Caoba representa a miles. Su pobreza no comenzó con el ciclón. Pero el huracán que más la golpea no es el meteorológico, sino el otro: el de la negligencia, la indiferencia y la corrupción.
Porque esta mujer importa. Y Cuba entera lo está gritando.
Del perfil de Yosmany Mayeta
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