La economía cubana, bajo la conducción del Partido Comunista (PCC), llega a 2026 con un pronóstico de avance mínimo. El ministro de Economía y Planificación, Joaquín Alonso Vázquez, informó una proyección de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de apenas 1% para el próximo año, la misma cifra estimada para 2025, en un contexto de contracción persistente y presiones estructurales que siguen frenando cualquier repunte sostenido.
El funcionario enmarcó ese escenario en lo que el discurso oficial denomina “economía de guerra”, expresión utilizada para referirse al impacto de las sanciones de Estados Unidos. Según explicó, el margen de maniobra del plan está determinado por la escasez de recursos financieros, lo que obliga a priorizar pagos y asignaciones a áreas consideradas esenciales: alimentos, combustibles, medicamentos y defensa nacional.
Pese al panorama, el programa económico para 2026 incluye metas de exportación que apuntan a un incremento respecto a 2025. El Gobierno proyecta exportaciones totales de bienes y servicios por 9.969 millones de dólares, es decir, 1.122 millones más que lo estimado para el año anterior. Dentro de ese total, las exportaciones de bienes se ubicarían en 2.530 millones, mientras los servicios —entre ellos los médicos y el turismo— alcanzarían 7.438 millones.
En el caso del turismo, el plan contempla la llegada de 2,2 millones de visitantes, lo que supondría un aumento del 15,8% en comparación con el año previo. Sin embargo, el Ejecutivo reconoce que el cuadro externo sigue siendo complejo por la composición de las importaciones, todavía concentradas en rubros clave como combustibles y alimentos, lo que mantiene presiones sobre la balanza comercial.
El documento también refleja la brecha en el intercambio del sector privado. Se estima que los actores económicos no estatales exporten alrededor de 40 millones de dólares, mientras sus importaciones podrían llegar a 2.600 millones, una asimetría que evidencia un déficit difícil de corregir en el corto plazo.
La crisis energética aparece, otra vez, como uno de los grandes cuellos de botella. Para 2026 se prevé una generación eléctrica de 18.606 GWh, con un aumento de 2.688 GWh frente a lo planificado para 2025. Parte de esa mejora se apoya en un mayor peso de las renovables, que alcanzarían el 13% de participación en la matriz energética. El plan insiste, además, en el ahorro y en un consumo más racional, en medio de la escasez y el alto costo del combustible.
En el ámbito agropecuario, el Gobierno proyecta incrementos en producciones como arroz, frijoles, maíz, leche y carne de cerdo. Aun así, admite que esos avances no bastarán para cubrir la demanda interna, por lo que la presión sobre la economía y las importaciones se mantendría. El sector azucarero también prevé crecer en azúcar crudo y refino, pero continúa condicionado por la propia crisis energética.
Desde la Asamblea Nacional, la Comisión de Asuntos Económicos evaluó el plan con reservas y lo describió como un “mínimo” indispensable. Entre los señalamientos principales estuvieron la falta de avances de fondo en la transformación de la empresa estatal y las debilidades persistentes en la producción de alimentos, dos áreas que, según la Comisión, siguen sin mostrar el salto necesario para cambiar el escenario general.
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