CNN
La esperada pelea entre Jake Paul y Anthony Joshua terminó siendo mucho menos un duelo competitivo y mucho más una demostración de jerarquía. En una velada seguida por millones de espectadores, el ex campeón mundial de los pesos pesados Anthony Joshua no tuvo mayores complicaciones para derrotar por nocaut técnico a Paul en el sexto asalto, poniendo punto final a una de las apuestas más mediáticas —y discutidas— del boxeo reciente.
Desde el campanazo inicial, la diferencia fue evidente. Paul intentó moverse, mantener la distancia y evitar el intercambio directo, consciente del peligro que representaba enfrentarse a un rival con amplio recorrido en campeonatos mundiales. Joshua, paciente y metódico, controló el ring con el jab, midió los tiempos y fue desgastando poco a poco a su oponente.
El combate transcurrió sin grandes sobresaltos en los primeros rounds, hasta que en el quinto asalto Joshua comenzó a soltar las manos con mayor intención. La potencia del británico marcó la diferencia: combinaciones al cuerpo y a la cabeza debilitaron a Paul, que ya mostraba signos de desgaste.
El desenlace llegó en el sexto round. Un derechazo pleno envió a Paul a la lona y, aunque logró incorporarse, una nueva ráfaga obligó al árbitro a detener la pelea. Más tarde se confirmó que el estadounidense sufrió fractura de mandíbula, una consecuencia contundente de enfrentarse a la élite real del boxeo.
Para Joshua, la victoria significa un regreso sólido y sin fisuras, reafirmando que sigue siendo un nombre de peso en la división. Para Jake Paul, en cambio, el combate dejó una lección clara: el marketing puede vender peleas, pero en el ring, la experiencia, la técnica y el poder siguen mandando.
Caracas tilda de “premio manchado en sangre” el Nobel concedido a María Corina Machado
Hace 11 horas