El Banco Central de Cuba (BCC) confirmó que el límite para las operaciones en la llamada nueva tasa flotante de cambio será de apenas 100 dólares por transacción, una cifra que ha generado críticas inmediatas entre economistas, emprendedores y ciudadanos de a pie.
La institución precisó que solo se venderán divisas en la medida en que se recauden a través de remesas, transferencias internacionales y otros ingresos estatales en moneda libremente convertible, lo cual evidencia que el mercado no será realmente libre ni tendrá una oferta estable. Como comentó el periodista Alberto Arego, “el cuartico sigue igualito”, pese a que Ian Pedro Carbonell, director de Políticas Macroeconómicas del BCC, asegure que el mecanismo brinda “mayor seguridad”.
Este anuncio llega en un contexto en el que el mercado informal continúa marcando la referencia real del valor del dólar, el euro y el MLC. En los últimos años, la escasez de divisas ha provocado que la tasa callejera supere múltiples récords, empujada por la dolarización parcial de la economía, el déficit de oferta en moneda nacional y el aumento del envío de remesas como principal vía de supervivencia para miles de familias.
La llamada tasa flotante tampoco representa una liberalización del mercado, según especialistas consultados por medios independientes. Se trata más bien de un tipo de cambio administrado en el que el Estado decide cuánto vende, a quién y cuándo. Sin oferta suficiente, los analistas estiman que este mecanismo no logrará desplazar al mercado informal ni fortalecer al peso, afectado por una inflación acumulada de varios años.
Fuentes como El Toque, 14 y Medio y economistas independientes han señalado que el límite de 100 dólares por operación recuerda políticas previas que no resolvieron el problema estructural: el Estado controla la divisa, pero no puede garantizar un flujo estable. Además, la medida excluye a los privados que necesitan grandes volúmenes para importar alimentos, medicinas y productos básicos, lo cual inevitablemente perpetuará la dependencia del mercado negro.
Mientras el gobierno insiste en que es un paso hacia la “estabilización macroeconómica”, la población percibe otra cosa. Con salarios que no alcanzan, precios disparados y una moneda que pierde valor cada día, el anuncio del BCC parece repetir el patrón de medidas parciales, insuficientes y sin impacto real en la vida cotidiana. Una vez más, el sistema financiero promete cambios, pero la realidad demuestra que las reglas siguen siendo las mismas.
Del perfil de Alberto Arego
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