Un nuevo hecho de violencia sacudió este jueves las carreteras del oriente cubano, cuando un ómnibus interprovincial que cubría la ruta Santiago de Cuba–La Habana fue atacado a pedradas en lo que se presume fue un intento de asalto. La información fue confirmada por pasajeros del vehículo a La Tijera News, medio que dio a conocer los detalles del suceso.
El ómnibus, perteneciente a la MIPYME PEDROCARR SRL, transitaba por la carretera del municipio de Contramaestre, en la provincia de Santiago de Cuba, alrededor de las 7:45 de la mañana, cuando varios individuos comenzaron a lanzar piedras contra el vehículo con la aparente intención de obligarlo a detenerse.
Uno de los proyectiles impactó directamente contra el cristal del lado del chofer, provocando su rotura y desatando escenas de pánico entre los pasajeros. A pesar del peligro, los ocupantes del ómnibus reaccionaron con rapidez y pidieron al conductor que no se detuviera bajo ninguna circunstancia, conscientes de que hacerlo podría haber derivado en un asalto con consecuencias mucho más graves.
Gracias a esta decisión, el chofer logró continuar la marcha y abandonar la zona del ataque, evitando que los agresores consumaran el hecho. Hasta el momento no se reportan personas lesionadas, aunque el susto y la tensión vividos por los pasajeros marcaron el viaje.
Este tipo de acciones no solo pone en riesgo la vida de los pasajeros y conductores, sino que también evidencia la creciente vulnerabilidad del transporte terrestre, especialmente en rutas largas y zonas poco vigiladas.
En los últimos meses se han multiplicado las denuncias en redes sociales y medios independientes sobre asaltos, ataques y actos vandálicos contra vehículos que circulan por carreteras cubanas. Ómnibus, camiones y autos particulares se han convertido en blancos frecuentes de grupos delictivos que aprovechan la escasa iluminación, la falta de patrullaje y la crisis económica para cometer estos hechos.
El caso ocurrido en Contramaestre se suma a una lista cada vez más extensa de episodios violentos que contradicen el discurso oficial sobre la supuesta estabilidad y seguridad ciudadana en la Isla. La inseguridad creciente ha obligado a conductores y pasajeros a tomar medidas por cuenta propia, como evitar detenerse en tramos peligrosos o viajar en horarios considerados menos riesgosos.
Mientras tanto, los ciudadanos siguen expuestos a un clima de temor e incertidumbre al trasladarse entre provincias, en un contexto donde el transporte ya es precario, caro y limitado. El ataque a este ómnibus interprovincial no solo dejó daños materiales, sino que también refuerza la percepción de que las carreteras cubanas se han convertido en escenarios cada vez más frecuentes de violencia e impunidad.
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