En la Venezuela de Nicolás Maduro, donde la crisis humanitaria, la hiperinflación y el éxodo masivo ya forman parte del paisaje cotidiano, el régimen ha encontrado una nueva forma de propaganda: convertir un meme en un acto solemne.
El gobernante decidió condecorar a una miliciana con sobrepeso, luego de que el presidente estadounidense Donald Trump se burlara en redes sociales de un video en el que aparecía participando en entrenamientos militares.
La ceremonia fue transmitida en cadena nacional y encabezada por el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, quien en tono desafiante, pidió un aplauso para la miliciana y advirtió: “Quien se burle de nosotros, de nuestro aspecto, de nuestras capacidades, le decimos: ¡váyanse al carajo!”. El discurso, cargado de retórica antiimperialista, buscó transformar la crítica internacional en un episodio de “reivindicación patriótica”.
Trump, en su red Truth Social, había ironizado sobre el estado físico de la milicia bolivariana publicando: "¡Alto secreto! Hemos sorprendido a la milicia venezolana entrenándose. ¡Una amenaza muy grave!”.
Lejos de ignorar la burla, el chavismo aprovechó el episodio para montar un espectáculo político, donde lo que comenzó como material de memes en internet terminó convertido en una medalla al “valor revolucionario”.
Maduro, siempre ávido de gestos simbólicos, aseguró en otro evento que “esas mujeres con esos fusiles serán el terror del imperio”, intentando proyectar una imagen de fuerza a pesar de que la Milicia Bolivariana ha sido ampliamente cuestionada por su nula capacidad operativa y su verdadero rol como herramienta de control social.
La condecoración no pasó desapercibida en redes sociales, donde miles de usuarios ironizaron sobre el intento de convertir un chiste en epopeya. Para la oposición, el acto no fue más que otra cortina de humo que busca distraer al pueblo de los problemas reales: hospitales colapsados, falta de alimentos, inseguridad y millones de venezolanos huyendo del país.
Con este gesto, Maduro no solo pretendió desafiar a Trump, sino también reforzar la narrativa de resistencia frente al “imperio”. Sin embargo, la escena terminó evidenciando lo que ya muchos señalan: que en Venezuela el poder prefiere exaltar símbolos vacíos y espectáculos propagandísticos antes que resolver las necesidades básicas de su pueblo.
Lo que nació como un meme en internet se transformó, gracias al chavismo, en un capítulo más del surrealismo político venezolano.
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