En medio de una ola creciente de incertidumbre, las detenciones de cubanos bajo el estatus migratorio conocido como I-220A siguen encendiendo las alarmas dentro de la comunidad en Estados Unidos.
El más reciente caso ha sido el de Rubén del Valle, arrestado en Miami el pasado 12 de septiembre, justo después de que el juez desestimara su caso durante una audiencia en corte. Su hermano confirmó que, inmediatamente después de salir de la sala, agentes de ICE lo detuvieron y lo trasladaron a un centro de detención. Ahora Rubén tiene hasta el 15 de octubre para apelar esta decisión, de lo contrario recibirá una orden de deportación y será removido del país.
La noticia provocó indignación y temor, ya que no se trata de un caso aislado. Cubanos que se encuentran bajo I-220A —un documento que les permite estar legalmente en EE.UU. mientras esperan por sus procesos migratorios— están siendo arrestados sin un patrón claro. Según denuncian familiares y activistas, estas detenciones “dependen de muchos factores, a veces inexplicables, pero se están multiplicando en silencio”.
Lo más doloroso, según expresan los afectados, es que en muchos casos se trata de personas trabajadoras, sin antecedentes, que llegaron en busca de una vida mejor y que ahora enfrentan el riesgo de ser devueltos a Cuba.
“Hay gente buena, honesta, que se está llevando la peor parte de estas medidas migratorias”, expresó con tristeza una usuaria en redes sociales.
El testimonio de Daysis Salvador refleja la desesperación de muchas familias. Ella relató que su esposo, un cubano sin delitos ni infracciones, fue detenido en su primera cita en corte a pesar de estar acompañado por su abogada.
“Yo soy ciudadana, él solo trabaja y se esfuerza. Lo grabé todo y se hizo viral, porque tenían una lista afuera para atrapar a quien ellos quisieran. Y pensar que tantos delincuentes andan libres en la calle, hasta comunistas con papeles, y los que de verdad trabajan duro están presos”, denunció. Su esposo ya lleva tres meses y seis días en detención, sin resolución ni fianza.
Pedro Miguel Portuondo, recordó que su primo Yasmani “ni en Cuba tenía vicios ni problemas”. Hoy pide a Dios que ponga su mano sobre él, mientras espera noticias.
La frustración es aún mayor porque, según varios testimonios, incluso entre cubanos y otros latinos circulan expresiones de alegría por las detenciones, lo que genera divisiones dentro de la propia comunidad migrante.
Niurka Morejón lo resumió con amargura: “Lo más triste es que somos la única raza que rechaza a los suyos. Es un mal que nos identifica”.
Ante este panorama, la fe y la resistencia se han convertido en los únicos refugios para estas familias. Muchos confían en que “Dios se manifestará y hará justicia”, mientras crece la campaña de apoyo y solidaridad bajo la consigna #I220AResiste.
Fuente: Javier Díaz
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