En Santiago de Cuba, la preocupación ciudadana se ha encendido nuevamente con el nombre de Orlando Villalón, un hombre que carga con un historial de trampas y engaños en las calles.
Hace apenas unas horas, denuncias ciudadanas lo señalaron como reincidente en prácticas fraudulentas mediante el famoso juego de las chapas, esta vez operando en un camión con destino al municipio Palma Soriano. La noticia no tardó en circular por redes sociales, reavivando la alerta en la población.
Villalón, vecino del poblado Dos Caminos, en el municipio San Luis, había salido de prisión hace apenas unos meses tras cumplir condena en La Habana por una estafa similar. Sin embargo, lejos de reinsertarse de manera positiva en la sociedad, decidió retomar el camino de las trampas, repitiendo un patrón que ha dejado víctimas en diferentes puntos del país.
Según testigos, la dinámica siempre es la misma: aprovechar la distracción de pasajeros o transeúntes para montar un falso juego de azar, que termina costando caro a quienes se dejan atrapar por la aparente facilidad de ganar dinero. En cuestión de minutos, las víctimas pierden no solo billetes, sino también objetos de valor y hasta prendas personales, quedando en desventaja frente a un grupo que actúa con rapidez y complicidad.
Las denuncias contra este tipo de estafadores no son nuevas en Cuba. Durante años, la práctica del “juego de la chapita” ha sido un dolor de cabeza para las autoridades y un riesgo para los ciudadanos. Sin embargo, el regreso de figuras como Villalón evidencia que las sanciones penales no siempre logran frenar este tipo de delitos cuando los involucrados están decididos a reincidir.
Ante esta realidad, se hace un llamado a la prudencia. Evitar cualquier juego de azar en la vía pública no solo es una medida de autoprotección, sino también una manera de restarle espacio a quienes viven de engañar. Alertar a familiares, amigos y pasajeros sobre estas trampas resulta vital para cortar el círculo de estafas que vuelve a rondar por las calles de Santiago.
En momentos en que la economía golpea fuerte y cada peso cuenta, caer en manos de un estafador puede significar un golpe aún más duro. Por eso, la voz ciudadana es clara: mantener los ojos abiertos, no dejarse tentar y denunciar a quienes insisten en aprovecharse de la necesidad ajena.
Fuente: Yosmany Mayeta
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