El Papa Francisco, quien permanece hospitalizado debido a una neumonía bilateral, sostuvo una reunión clave con el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, y su adjunto, el arzobispo Edgar Peña Parra. Fuentes cercanas al Vaticano señalan que el encuentro no solo se centró en la aprobación de nuevos decretos de santidad, sino también en la futura dirección de la Santa Sede, lo que ha avivado especulaciones sobre una posible renuncia del pontífice y la búsqueda de un sucesor.
A pesar de su estado de salud delicado, el Papa sigue atendiendo asuntos cruciales para la Iglesia. Durante la reunión, aprobó la beatificación de cinco personas y la canonización de otras dos, además de convocar un consistorio para definir próximas canonizaciones. Sin embargo, la relevancia de este encuentro radica en su simbolismo: Francisco continúa participando en decisiones estratégicas, mientras algunos sectores dentro del Vaticano analizan la posibilidad de una transición en el liderazgo eclesiástico.
El boletín oficial del Vaticano informó que el Papa “durmió bien toda la noche” y que su insuficiencia renal no es motivo de alarma, aunque el pronóstico general sigue siendo reservado. Su prolongada hospitalización ha generado interrogantes sobre su capacidad para seguir al frente de la Iglesia católica en un contexto donde ya ha manifestado en el pasado que no descarta la opción de renunciar si su salud le impide desempeñar su labor pastoral con plenitud.
Desde hace tiempo, Francisco ha abierto el debate sobre la posibilidad de que los pontífices puedan renunciar, como lo hizo su predecesor Benedicto XVI en 2013. En este sentido, la reunión con Parolin y Peña Parra podría ser un indicio de que el Papa está preparando el terreno para una posible sucesión, asegurando la continuidad de la Iglesia bajo una figura que comparta su visión y reformas.