La devastación que dejó el ciclón Melissa en Santiago de Cuba continúa revelando historias de vulnerabilidad extrema y promesas oficiales que no se concretan. Una vecina del reparto Marimón, que pidió mantener su identidad oculta por temor a represalias, denunció que su familia —como muchas otras en la ciudad— sigue sin recibir ninguna ayuda estatal a pesar de haberlo perdido todo.
Su hija de 18 años, madre de un bebé de apenas un año, vio cómo la cama donde ambos dormían quedó completamente destruida tras el paso del ciclón. Desde ese día, duermen en el suelo. La joven acudió a los funcionarios que evaluaban los daños, pero solo recibió la respuesta de que a la Circunscripción 35 se le asignaron 15 colchones para decenas de damnificados y que “si volvían a repartir”, tal vez podrían incluirla en una segunda entrega. Ese reparto nunca llegó.
La denunciante asegura que desde el evento meteorológico las autoridades no han regresado al barrio ni han entregado recursos básicos como colchones, techos provisionales, módulos de higiene o alimentos. “Ella no tiene dónde acostarse con su bebé. Están durmiendo en el piso, sobre unas sábanas viejas”, lamenta la vecina, quien insiste en el miedo que existe en la comunidad: “Aquí por cualquier cosa te quieren meter preso. La gente tiene miedo de hablar”.
El caso de esta joven madre no es aislado. Según vecinos consultados por medios independientes, en varios barrios de Santiago la situación es igual o peor. Familias con niños pequeños, ancianos solos y personas con discapacidades siguen esperando por una asistencia que fue prometida, pero que nunca llegó. Algunos afectados califican la respuesta institucional como lenta, desordenada e insuficiente, mientras el deterioro de las viviendas y la precariedad se profundizan con el paso de los días.
Organizaciones y activistas han hecho un llamado a que otros damnificados puedan compartir su testimonio de forma confidencial. La falta de información oficial deja a estas denuncias ciudadanas como la única vía para visibilizar la realidad que viven cientos de familias.
Mientras tanto, en Marimón y en muchos otros puntos de Santiago de Cuba, madres jóvenes continúan enfrentando la noche sin colchón, sin apoyo y sin respuestas claras, confiando únicamente en que sus voces no queden en el silencio.
Fuente: Yosmany Mayeta
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