Una red ilegal que operaba dentro y fuera de Cuba fue desmantelada recientemente por el Ministerio del Interior (Minint), tras una serie de investigaciones que revelaron un sofisticado esquema de estafas con recargas telefónicas de la empresa estatal Etecsa. En los operativos, se incautaron más de 40 millones de pesos cubanos (CUP) en efectivo, ocultos en cajas identificadas con nombres y direcciones, en viviendas de La Habana, Artemisa y Holguín.
El fraude consistía en ofrecer, desde el extranjero, supuestas recargas internacionales durante las promociones oficiales de Etecsa. Sin embargo, los usuarios en Cuba solo recibían saldo nacional, sin los beneficios de datos móviles nocturnos o gigabytes adicionales. Mientras tanto, la red se quedaba con las divisas que los familiares enviaban desde el exterior, a través de plataformas no oficiales como Soky Recargas y con apoyo de un software interno llamado Conexen, diseñado para gestionar los clientes dentro del país.
Los estafadores, según explicó un coronel del Minint en el programa oficialista Hacemos Cuba, comercializaban ilegalmente recargas nacionales en el exterior, haciéndolas pasar por internacionales. De esta manera, aprovechaban todo el soporte tecnológico y comercial creado por Etecsa para lucrar con una necesidad crítica en medio de la profunda crisis económica que atraviesa la isla.
La operación se volvió especialmente rentable debido al colapso del mercado cambiario cubano. Mientras el dólar estadounidense se cotiza en el mercado informal a más de 370 CUP, las recargas internacionales ofrecidas por la red paralela resultaban en una ganancia amplia para los implicados. Con solo un dólar, se podían adquirir en Cuba hasta tres paquetes de saldo nacional, lo que multiplicaba las utilidades del esquema.
El caso no solo deja al descubierto la facilidad con la que estas redes pudieron operar, sino también el desespero de miles de cubanos que, ante la inflación, la falta de acceso a divisas y el colapso de los servicios básicos, recurren a cualquier alternativa para mantenerse conectados con sus familias.
Aunque las autoridades presentan el caso como un éxito en la lucha contra el delito económico, el contexto deja más preguntas que respuestas. ¿Cómo fue posible que durante tanto tiempo se usaran plataformas falsas sin una reacción inmediata de Etecsa? ¿Qué tipo de controles existen realmente sobre las operaciones de recarga?
En el fondo, este escándalo refleja un sistema que no solo está plagado de vulnerabilidades tecnológicas, sino también de desconfianza ciudadana. En un país donde los servicios digitales dependen en gran medida del envío de dinero desde el extranjero, cualquier grieta en el sistema estatal será aprovechada.
A pesar del golpe policial, las autoridades reconocen que no se trata de un caso aislado. Otras plataformas similares en Estados Unidos están bajo investigación, lo que indica que la red puede ser más amplia y sofisticada de lo que aparenta. En una economía donde los pesos sobran y los dólares escasean, estas estafas seguirán encontrando terreno fértil.
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