La escalada entre Israel e Irán ha alcanzado una magnitud nunca antes vista. En apenas una semana, ambos países han cruzado una línea roja histórica al atacarse directamente y con una intensidad que apunta no solo a objetivos militares o estratégicos, sino también a la estructura misma de sus respectivos Estados.
La "Operación León Ascendente", iniciada por Israel, ha ido más allá de los bombardeos quirúrgicos: ha golpeado duramente instalaciones nucleares clave como Natanz, Isfahán y Bushehr, además de provocar la evacuación masiva de Teherán.
Las bajas civiles se cuentan por centenas, y la infraestructura urbana ha quedado arrasada en algunas zonas. Irán, por su parte, ha respondido con lanzamientos masivos de misiles, impactando en hospitales, refinerías y edificios residenciales, lo que también constituye crímenes de guerra según el derecho internacional.
"La guerra ya no es una amenaza, sino una realidad visible desde los satélites y en las pantallas de los ciudadanos de ambos países. Drones, misiles hipersónicos y destrucción a gran escala marcan una etapa completamente nueva en Oriente Medio, una que pone en juego el equilibrio global."
Israel consiguió debilitar seriamente el programa nuclear iraní y eliminar a altos mandos del régimen, incluidos científicos clave y jefes de la Guardia Revolucionaria, pero su objetivo va más allá: la caída de la República Islámica como régimen político. Así lo ha dejado entrever Benjamin Netanyahu, quien sostiene conversaciones frecuentes con Donald Trump y presiona por una implicación más directa de EE. UU.
Las implicaciones internacionales son tan graves como imprevisibles. Estados Unidos ha reforzado su presencia en la región, movilizando aviones de combate, portaaviones y fuerzas de seguridad, y ya trabaja en un plan de ataque sobre Teherán, aunque sin dar luz verde aún. Trump, ambiguo pero desafiante, exige la "capitulación incondicional" de Irán mientras amenaza con usar bombas antibúnker para destruir Fordow, la planta más protegida del país. "Una bala estadounidense podría ser el punto de no retorno: Irán ha prometido represalias devastadoras contra bases norteamericanas y podría bloquear el estratégico estrecho de Ormuz, paralizando parte del comercio mundial."
Mientras tanto, la sociedad civil en ambos países sufre las consecuencias. Irán se tambalea por la presión interna, la ruina económica y el terror de los bombardeos. Israel restringe la información, intenta proteger a su población y refuerza su sistema de defensa aérea, aunque reconoce que no puede interceptar todos los misiles hipersónicos. Las víctimas civiles, tanto en Holon como en Teherán, se multiplican. Los refugiados, el caos urbano y el miedo son realidades compartidas.
La gran pregunta sigue sin respuesta: ¿habrá contención o nos encaminamos a una guerra regional total? Oriente Medio, y con él el mundo entero, contiene el aliento.
Fuente: Global
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