El profesor y economista cubano Rolando Luis Pérez Vizcaíno puso en tela de juicio la credibilidad de la llamada tasa flotante del Banco Central de Cuba (BCC), al señalar una contradicción de origen: la institución compra dólares a una tasa fija, prácticamente no vende divisas y no interviene en el mercado informal, que es justamente donde se determina el precio efectivo de la moneda en la vida real.
Desde su análisis —compartido en redes y amplificado por el debate ciudadano— Pérez Vizcaíno se preguntó con qué operaciones concretas puede el BCC calcular una tasa de referencia “flotante” y justificar variaciones diarias, si no existe un flujo visible de transacciones de venta que permita hablar de un precio formado por oferta y demanda.
El economista también cuestionó el descenso reciente del tipo de cambio oficial —de 410 a 407 pesos por dólar, y luego a cifras cercanas a 408— mientras, según su argumento, el Estado no estaría registrando ventas y el mercado informal seguiría moviéndose fuera del alcance oficial. En su lectura, la maniobra buscaría atraer divisas hacia el sistema bancario para luego empujar el precio a la baja, sin que esa caída responda a una dinámica auténtica entre compradores y vendedores.
En el mismo hilo, Pérez Vizcaíno denunció acciones destinadas a “cegar” a la población, en referencia a ataques contra plataformas independientes que publican estimaciones del mercado informal, como El Toque. Según esas referencias, el dólar se ha mantenido alrededor de 440 CUP, el euro cerca de 480 y la MLC en torno a 310, cifras que remarcan la brecha con el valor oficial.
Las reacciones no tardaron. Numerosos usuarios coincidieron en que no puede hablarse de un mercado cambiario oficial mientras el Estado limite la operación a compras selectivas y no exista una venta regular de divisas que transparente precios. Otros alertaron que una baja artificial del dólar, sin reducción real del costo de la vida, termina golpeando a quienes dependen de remesas, porque reciben menos pesos por el mismo dinero.
Entre los comentarios, algunos compararon el nuevo esquema con experiencias anteriores —como la tasa de 1×120— y pronosticaron el mismo desenlace: fracaso por intentar imponer un precio que no se sostiene en la calle. Un usuario identificado como Juan Manuel lo resumió así: “Es que es una trampa y las gentes no son bobos…”.
El debate creció aún más porque el BCC presentó la tasa flotante como una categoría destinada a personas naturales y al sector privado, con actualización diaria “según la oferta y la demanda”, en un intento declarado de acercar el valor oficial del dólar y el euro a los precios informales. Sin embargo, para buena parte de la población, la referencia que realmente manda sigue estando fuera del sistema bancario.
Además, persiste otra fricción cotidiana: aunque el BCC publica una tasa que funciona como guía, CADECA y otras instituciones aplican márgenes comerciales propios, lo que genera diferencias en ventanilla. Este sábado, por ejemplo, se reportó una brecha visible: 408 CUP en el BCC frente a 416 CUP en CADECA para el dólar.
En ese contexto, el cuestionamiento de Pérez Vizcaíno apunta al corazón del problema: si la “tasa flotante” no se apoya en un mercado operativo y transparente, muchos cubanos seguirán viéndola como un número diseñado para proyectar control en medio de escasez, opacidad y desconfianza. Y, mientras tanto, la economía doméstica seguirá chocando con una realidad dura: con una tasa oficial cercana a 408 pesos por dólar, el salario medio equivale a poco más de 16 dólares al mes, una cifra que queda muy lejos del costo real de sobrevivir.
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