Vivir en Cuba hoy exige algo más que paciencia: también requiere organización, previsión y, muchas veces, creatividad forzada. Eso fue lo que reflejó la influencer cubana Lisa Garci, quien decidió mostrar en redes su propio “kit de supervivencia” para enfrentar los apagones prolongados que se han vuelto parte de la rutina, especialmente en La Habana.
El video, lejos de plantearse como chiste, funcionó como una radiografía de la vida cotidiana cuando la electricidad desaparece durante horas. Con tono natural y resignado, Lisa introdujo el tema con una frase que muchos podrían firmar: “Así sobrevivimos un poco en casa a los apagones en Cuba, creo que me faltan más cosas”. Más que exageración, sonó a diagnóstico.
En su recorrido, mostró dos baterías externas que describió como imprescindibles para mantener cargados los teléfonos móviles, ese “cordón umbilical” que conecta a muchos con familiares, información y trabajo cuando todo se apaga. A eso sumó lámparas pequeñas recargables, útiles para moverse dentro de la casa sin depender de velas o improvisaciones cuando cae la oscuridad.
La influencer también dejó un comentario que, sin necesidad de denuncia directa, dijo mucho: aseguró que no recordaba la última vez que había tenido luz y conexión alrededor de las ocho de la noche. Para muchos, esa hora —que debería ser de descanso, cena o rutina familiar— se ha convertido en sinónimo de apagón casi seguro.
Entre los objetos que más llamaron la atención estuvieron los ventiladores recargables con placas solares. Lisa los presentó como una solución “multifuncional”, porque además de ventilar también aportan iluminación y permiten cargar pequeños dispositivos. Es el tipo de aparato que, en otro contexto, sería comodidad; en este, es necesidad pura para soportar el calor y la noche sin corriente.
El video no incluyó gritos ni acusaciones explícitas, pero el mensaje se entendió: cuando una persona necesita un “kit de supervivencia” para vivir en su propia casa, la normalidad ya se movió de lugar. Lisa cerró dejando caer una idea que sonó a advertencia más que a comentario: los apagones “tienen pinta de ser para largo”, y probablemente le toque sumar más cosas.
A partir de ahí, en redes apareció la pregunta inevitable: ¿qué falta en ese kit? Para muchos, el siguiente gran reto no es solo iluminar o cargar el móvil, sino cocinar. Cuando se va la luz y además escasea el gas —y el carbón se vuelve caro o difícil de conseguir— preparar algo tan básico como un plato de comida se transforma en otro problema diario.
Al final, el “kit” de Lisa Garci no se sintió como una moda ni un capricho: pareció el reflejo de una realidad donde muchas familias invierten lo poco que tienen en resistir el apagón, en lugar de destinarlo a mejorar su vida. Y deja flotando una conclusión incómoda: más que objetos, lo que realmente falta es una solución estable para que vivir en Cuba no se parezca, literalmente, a un manual de supervivencia.
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