En Guantánamo, las alarmas volvieron a encenderse tras descubrirse una red de estafadores que jugaba con la necesidad de la población. Especialistas confirmaron que la banda, dedicada a operaciones de compraventa de dólares estadounidenses, fue desmantelada recientemente y el caso se presentó en la IV Jornada Nacional de Ciberseguridad, según la Agencia Cubana de Noticias (ACN).
En un país donde los dólares son un lujo y la mayoría de las transacciones ocurren fuera del sistema bancario, la desesperación por recibir una remesa o cubrir un pago urgente se ha convertido en terreno fértil para los timadores. Estos delincuentes no eran improvisados: empleaban ingeniería social e incluso inteligencia artificial para engañar, manipular y extorsionar a sus víctimas.
Durante la conferencia en el Palacio de la Computación de Guantánamo, el especialista Arnaldo Fernández Basulto advirtió que los estafadores suplantaban identidades, enviaban mensajes falsos y usaban tecnología avanzada para ganar confianza. Algunos se hacían pasar por familiares pidiendo dinero, mientras otros recurrían a contenido generado por IA para extorsionar a los más vulnerables.
El Ministerio del Interior no ofreció detalles sobre la magnitud de la operación, pero sí quedó claro que la sofisticación del delito digital en Cuba crece al mismo ritmo que el Estado pierde control sobre los flujos económicos informales, dejando a los ciudadanos cada vez más expuestos.
Este caso no es aislado. Hace poco, el régimen señaló al supuesto “financista” Humberto Julio Mora Caballero, acusado de mover cientos de miles de dólares desde EE.UU., lo que reavivó las alarmas sobre cómo las redes financieras ilegales operan tanto dentro como fuera del país. El propio Ministerio reconoció que menos del 10 % de las remesas entran por canales oficiales, mientras el resto fluye por vías alternativas, fuera del radar estatal.
Para el cubano de a pie, atrapado entre la inflación, la escasez de dólares y un mercado paralelo incierto, distinguir entre una operación legítima y un fraude se ha vuelto un verdadero desafío.
Los expertos reunidos coincidieron en que la inteligencia artificial es un arma de doble filo: los estafadores la usan para falsificar documentos y producir contenido manipulador, pero también podría convertirse en aliada para detectar fraudes y entrenar a instituciones. Entre los proyectos destacados en Cuba se mencionaron “Cecilia” y otros sistemas de Etecsa y telecentros locales, incluyendo presentadores virtuales y locutores automatizados.
La jornada dejó una advertencia clara: Cuba necesita con urgencia una cultura de ciberseguridad, porque cada vez que la población busca formas de cambiar o recibir dólares, aumenta el riesgo de caer en engaños. La caída de esta red en Guantánamo es un recordatorio de lo vulnerables que están los cubanos frente a un panorama económico y tecnológico que, bajo la mirada del régimen, los deja expuestos y sin protección real.
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