Cuba e Irán han reafirmado su compromiso mutuo de estrechar lazos en medio de sanciones internacionales y crecientes críticas a sus regímenes autoritarios. La Habana no solo se mantiene como un aliado estratégico de Teherán, sino que también respalda abiertamente a un país señalado como patrocinador del terrorismo, fortaleciendo su red de apoyo a dictaduras globales.
El encuentro entre el canciller cubano, Bruno Rodríguez, y el vicecanciller iraní, Saeed Khatibzadeh, subrayó la cooperación política y económica entre ambos países, consolidando una relación que desafía las sanciones impuestas por Estados Unidos y la comunidad internacional. La reunión, celebrada en La Habana y divulgada por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, dejó en claro la intención de ambas naciones de seguir colaborando a pesar de las restricciones internacionales.
Irán ha sido señalado repetidamente por organismos internacionales y gobiernos occidentales como un Estado patrocinador del terrorismo debido a su apoyo a grupos extremistas como Hezbollah y Hamas. A pesar de ello, Cuba no ha dudado en estrechar lazos con Teherán, ignorando los cuestionamientos y fortaleciendo una relación basada en la hostilidad común hacia Estados Unidos y otras democracias occidentales.
El respaldo cubano a Irán se inscribe en su política de apoyo incondicional a regímenes totalitarios, como lo ha hecho con Venezuela, Rusia, Corea del Norte y Nicaragua. Esta postura no solo la aísla aún más del mundo democrático, sino que refuerza su papel como cómplice de gobiernos señalados por violaciones a los derechos humanos y la represión de sus ciudadanos.
Las relaciones entre La Habana y Teherán han abarcado la cooperación en inteligencia y defensa. Informes no oficiales sugieren que Irán ha brindado apoyo tecnológico y militar a Cuba, en un intento de consolidar su influencia en América Latina y establecer una presencia en la región, desafiando directamente los intereses de Estados Unidos.
La alianza con Irán forma parte de una estrategia más amplia de Cuba para mantenerse a flote económicamente mediante pactos con regímenes autoritarios. Desde el apoyo a Nicolás Maduro en Venezuela hasta la estrecha cooperación con Vladimir Putin en Rusia, el régimen cubano ha demostrado que su prioridad es sostenerse en el poder a cualquier costo, aunque eso signifique respaldar gobiernos acusados de crímenes de lesa humanidad.
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