Desde su llegada a Cuba, el jefe de misión de Estados Unidos, Mike Hammer, ha mantenido una línea de trabajo marcada por el acercamiento respetuoso a la sociedad cubana y por gestos que buscan conectar con la realidad cotidiana de la Isla.
Más allá de la diplomacia formal, su presencia ha estado acompañada de mensajes públicos en los que reconoce la complejidad del momento que vive el país y la importancia de escuchar y observar de cerca a la gente común.
En ese contexto se inscribe la visita al Santuario Nacional de San Lázaro en El Rincón, un lugar profundamente simbólico para millones de cubanos. Acompañado por su esposa, Margret, Hammer acudió al sitio movido por el reconocimiento de cuánto representa esta figura para la fe popular. No se trató de un acto protocolar, sino de un gesto cargado de sensibilidad cultural, al acercarse con respeto a una de las expresiones religiosas más veneradas de Cuba.
San Lázaro es una figura emblemática que trasciende fronteras religiosas. Para los católicos, es un santo asociado al consuelo de los enfermos y los pobres; para la religiosidad afrocubana, se sincretiza con Babalú Ayé, orisha vinculado a la sanación y la protección frente al sufrimiento. Cada año, miles de personas llegan al santuario para pedir salud, agradecer favores o simplemente aferrarse a la esperanza. Reconocer ese significado implica comprender una parte esencial de la identidad espiritual del país.
Durante su estancia en Cuba, Hammer ha mostrado interés por temas sociales, culturales y humanos, subrayando en varias ocasiones la resiliencia del pueblo cubano en medio de las dificultades económicas y sociales. La visita a El Rincón refuerza esa línea de actuación: observar, respetar y valorar aquello que sostiene anímicamente a la población en tiempos complejos. Al destacar la “tremenda devoción de los cubanos de a pie”, el jefe de misión puso el foco en la fe como refugio y motor de esperanza.
En momentos de escasez, incertidumbre y cansancio acumulado, la figura de San Lázaro continúa siendo un símbolo de alivio espiritual. El gesto de Hammer y su esposa no solo reconoce esa realidad, sino que envía un mensaje de respeto hacia las creencias del pueblo cubano. Es una señal de que el diálogo cultural y humano puede abrir caminos de entendimiento, incluso en escenarios marcados por profundas diferencias políticas.
Fuente: Embajada de EE.UU. en Cuba