La activista cubana y curadora de arte Anamely Ramos condenó este miércoles en redes sociales la violación cometida por el régimen de La Habana al no permitirle abordar un vuelo desde Estados Unidos a la isla, donde legalmente incluso mantiene su ciudadanía.
“Mi derecho a regresar a mi país es legítimo y justo. Es un derecho humano. Todo lo demás, leyes, reglamentos, protocolos, deberían ser respetados mientras no violen esos derechos”, expresó la miembro del Movimiento San Isidro (MSI).
“Cuba está violando esos derechos en mi caso. Cuba está pasando su responsabilidad a otros y esos otros están aceptando esa situación. Cuba está generando un problema a través de mí, con Estados Unidos porque me lanza a una situación de ilegalidad que yo no provoqué”, agregó.
Ramos recordó que existen cubanos “a los cuales no se les ha permitido regresar en tantas décadas”, pero subrayó que, en su caso, tiene un estatus legal que tampoco le permite quedarse en suelo estadounidense regularmente.
“Con el agravante de que yo no tengo residencia en Estados Unidos, no tengo casa a la que regresar. Mi casa está en Cuba, mi situación legal está en regla en Cuba”, dijo.
“Dejemos de naturalizar estos procesos. No dejemos que Cuba siga pasando su responsabilidad a otros. Ni Estados Unidos como gobierno, ni la aerolínea, ni migración, deberían aceptar ese traspaso de responsabilidad”, reclamó.
Asimismo, llamó a no permitir que el aeropuerto de Miami se convirtiera en la frontera de Cuba para quienes se encuentren en EE.UU. “A los cubanos que no han podido regresar nunca más a su país: Este es el momento de hablar y gritar”, concluyó.
En horas más tempranas, Ramos conoció en el Aeropuerto Internacional de Miami, cuando pretendía regresar a Cuba en un vuelo de American Airlines, que no se le permitiría abordar el avión con destino a la capital cubana.
“La aerolínea estadounidense dice que ellos hacen lo que manda Cuba, la relación de poder está clara. Ellos me avisaron que tengo prohibida la entrada en mi país. No me voy del aeropuerto, me voy a quedar a vivir aquí porque yo regreso a Cuba”, dijo entonces.
La activista había salido de Cuba en enero de 2021 para terminar un doctorado en la Universidad Iberoamericana de México. Meses después, viajó a Estados Unidos, donde manifestó su voluntad de volver a la isla pese al riesgo que eso entrañaba.
“Yo nací en Cuba y pretendo morirme en Cuba. Trabajé doce años en la única universidad de arte que tiene el país, por un salario mísero que comenzó siendo de 275 pesos y que después de tanto tiempo nunca llegó a los 1000 pesos. Fui incluso a Angola a dar clases y dejé a mi hijo pequeño para estar allá casi dos años, todo por 400 dólares al mes, cuando nuestro salario real era de aproximadamente 6000 dólares mensuales”, dijo con anterioridad.
Para la activista, el destierro y la separación de su tierra y sus seres queridos no es algo a negociar ni aceptar. “Intenten separarme de mi familia, de los amigos entrañables que aún están adentro, de mi mar, del olor peculiar de la Habana... y verán cumplirse las palabras que les dije en una de mis primeras detenciones: ustedes se equivocaron de persona, cuando yo empiezo algo voy hasta el final. Yo no me anulo ni dejo que me anulen”, expuso.
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