La situación de la industria petrolera mexicana vuelve a ser un dolor de cabeza para las autoridades, mientras el país sigue enviando petróleo y combustibles a Cuba, incluso cuando enfrenta serias dificultades internas. El envío de crudo y diésel a la isla caribeña, que se supone es “ayuda humanitaria”, ocurre en paralelo a la escasez de combustibles y a la necesidad de importar millones de barriles desde Estados Unidos para abastecer al propio país.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha admitido que México aún no cuenta con la capacidad suficiente para cubrir la demanda nacional. Sin embargo, sigue destinando enormes cantidades de petróleo a Cuba, en un país gobernado por una dictadura que no reconoce disidencia política ni libertades económicas. Esto plantea la pregunta: ¿por qué se prioriza el envío de petróleo al extranjero cuando en México la población sufre apagones, desabasto y precios altos de la gasolina?
Se estima que millones de litros de combustible han salido de México hacia Cuba. Por ejemplo, según reportes oficiales, solo en un año podrían haberse enviado cientos de millones de pesos mexicanos, equivalentes a decenas de millones de dólares estadounidenses, que podrían haberse destinado a fortalecer la industria local o a mejorar la distribución para la población.
A estos envíos se suman los problemas de corrupción que han afectado a Pemex y al SAT, relacionados con el robo de combustible, conocido popularmente como “combustible robado”, y prácticas ilegales que permiten desviar gasolina y diésel hacia el mercado informal. Esta situación ha dejado pérdidas millonarias y ha limitado la capacidad del Estado para invertir en infraestructura y producción.
Peor aún, se ha revelado que durante la administración de Andrés Manuel López Obrador, se creó una empresa llamada Gasolinas del Bienestar, que funcionaba para canalizar parte de estos envíos sin transparencia pública. La falta de claridad sobre quién se beneficia y quién obtiene utilidades genera dudas sobre la finalidad real de estos envíos a Cuba.
Además, informes de inteligencia señalan que familiares de la cúpula cubana, incluyendo a Raúl Guillermo Rodríguez Castro, nieto de Fidel Castro, habrían usado vuelos privados entre México, Panamá, Colombia y las Islas Caimán para trasladar dinero y bienes obtenidos de manera irregular durante décadas de gobierno en la isla. Se mencionan aeronaves de gran lujo, como el Dassault Falcon 900 EX, que habrían aterrizado en el Aeropuerto del Norte en Apodaca, Nuevo León, bajo custodia del Ejército mexicano.
Estas operaciones no solo afectan la economía interna, sino que también complican la relación diplomática con Estados Unidos, que observa con preocupación los envíos de petróleo y la presencia de espías rusos en México. Según un reportaje del New York Times, más de dos docenas de agentes rusos han operado en México en los últimos años, sumando tensión política y de seguridad en medio de negociaciones comerciales clave con Washington.
La combinación de envíos de petróleo a Cuba, corrupción interna y presencia de agentes extranjeros coloca a México en una situación delicada. Mientras la población mexicana sufre apagones, precios altos y escasez de combustibles, recursos estratégicos como el petróleo se utilizan de manera que no benefician al país.
Para el gobierno de Sheinbaum, aclarar estas operaciones es urgente. De lo contrario, la crisis energética, política y diplomática podría profundizarse, afectando tanto la economía mexicana como su posición internacional. La ayuda a Cuba, sin transparencia ni control, se convierte más en un problema que en un gesto humanitario.
(Con información de Cambio 22)
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