El presidente Donald Trump respondió a las críticas sobre el despliegue de la Guardia Nacional en Washington y la posibilidad de enviar tropas a otras ciudades, asegurando que no busca imponer un gobierno autoritario.
“No soy un dictador”, aseguró, mientras insistía en que su prioridad es “detener el caos” en las principales urbes del país.
Trump ironizó sobre quienes califican su acción como un exceso de poder, afirmando que algunos no comprenden el propósito de las medidas.
“Lo importante es el objetivo. Mejorar las condiciones, no importa tanto cómo lo hagamos”, dijo. Ante la prensa, el mandatario también se refirió a los que lo acusan de dictador: “Dicen: ‘No lo necesitamos. Libertad. Libertad. Es un dictador’. Yo no soy un dictador. Soy un hombre con sentido común y una persona inteligente”.
Desde principios de mes, el mandatario ha incrementado la presencia militar en la capital, tras declarar una “emergencia criminal”, a pesar de que los datos oficiales muestran una tendencia a la baja en los delitos violentos, según medios como USA Today.
El operativo ha contado con tropas armadas y refuerzos procedentes de estados gobernados por republicanos y se ha intensificado progresivamente en áreas estratégicas de Washington.
El 22 de agosto, Trump apuntó a Chicago como “la próxima ciudad” donde podría replicar el esquema de seguridad, generando la inmediata reacción de líderes locales. Tanto el alcalde como el gobernador de Illinois, ambos demócratas, calificaron la idea como “ilegal” y expresaron su rechazo.
En redes sociales, el gobernador JB Pritzker criticó, aludiendo a que las acciones no respondían a demandas ciudadanas: “Cosas que la gente no está pidiendo: una toma autoritaria del poder en las principales ciudades”, escribió. Trump, en respuesta, calificó al gobernador de “vago”.
El debate se ha extendido a otras ciudades, incluyendo Baltimore y Nueva York, donde Trump ha sugerido que la Guardia Nacional podría intervenir para “limpiar” el crimen.
La estrategia del presidente se centra en reforzar la seguridad urbana mediante la presencia militar, mientras los críticos señalan que estas medidas podrían socavar la confianza en las instituciones locales y tensar las relaciones con los gobiernos estatales.
Analistas y ciudadanos discuten en redes si los despliegues contribuyen realmente a la seguridad o si representan una postura política con fines de campaña. Entre comentarios irónicos, mensajes de apoyo y denuncias, el tema se mantiene como tendencia, reflejando la polarización que genera cada acción del presidente en torno a la seguridad y el orden público.