La Cuevita, el mercado negro más grande de La Habana, sigue siendo un punto clave para el comercio informal en la Isla. En un reciente recorrido, el youtuber cubano Víctor G. documentó la realidad de este sitio, ubicado en San Miguel del Padrón.
En medio del caos y las condiciones precarias, los compradores buscan productos a precios más bajos que en las tiendas estatales. La escasez de bienes básicos y los elevados costos del mercado oficial han convertido este sitio en una alternativa indispensable para los cubanos.
La Cuevita se originó durante el Período Especial, cuando el gobierno permitió la venta de productos de contrabando ante la grave crisis económica. Con el paso del tiempo, el mercado se consolidó como un punto de compraventa de mercancías de todo tipo.
Actualmente, sigue operando sin una regulación clara, ofreciendo artículos nacionales e importados que no están disponibles en las tiendas estatales o que tienen precios prohibitivos en moneda libremente convertible (MLC).
En este mercado se pueden encontrar alimentos, artículos de higiene, ropa, calzado, electrodomésticos y juguetes. Algunos de los precios reportados por el youtuber incluyen el aceite de girasol a 730 CUP, el azúcar a 600 CUP, pantalones a 6,500 CUP y juguetes entre 300 y 600 CUP, entre otros artículos de uso cotidiano.
El mercado funciona en un terreno sin pavimentar, con calles embarradas y abarrotadas de vendedores y compradores. La falta de infraestructura y la gran afluencia de personas hacen del lugar un punto de alto riesgo para robos.
Durante su recorrido, el youtuber tuvo que llevar su mochila por delante para evitar ser víctima de carteristas. Además, algunos comerciantes mostraron rechazo a la grabación del video, lo que sugiere un temor a posibles represalias gubernamentales. En la zona de venta legal, donde algunos vendedores cuentan con licencias, se intentó impedir el registro audiovisual e incluso expulsaron al equipo de grabación.
En la Cuevita conviven dos tipos de comercio: uno legal con vendedores que cuentan con permisos y puestos estructurados, y otro completamente clandestino, donde la compraventa ocurre de forma improvisada y sin regulación.
En esta última área, los productos suelen ser más baratos, aunque las condiciones de venta son más precarias y existe el temor constante de operativos policiales. A pesar de la incertidumbre y la falta de regulación, este mercado sigue siendo un reflejo de la realidad económica cubana, donde la necesidad impulsa a miles de personas a buscar alternativas fuera del circuito oficial para poder sobrevivir.
(Captura de pantalla © Victor G – YouTube)
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