La intelectual cubana Lana Crofs se siente pensativa en La Habana. Observa con preocupación una noticia que, aunque apenas comienza a circular en redes sociales y medios alternativos, podría tener consecuencias de largo alcance.
Se anunció la creación de la primera célula del Movimiento de Liberación Nacional de Palestina (MLNP) en Cuba, con sede en la capital. El acto fue encabezado por Motee Ayman, estudiante palestino de Medicina, quien se proclamó líder de esta estructura en un evento oficial, acompañado por diplomáticos palestinos y autoridades del régimen cubano.
El mensaje de cierre del evento fue tan simbólico como directo: “Es para la revolución hasta la victoria.”
La preocupación no es infundada: “Este no es un anuncio cualquiera, es una señal que debe ser leída con atención" dice Crofs "La Habana está volviendo a ser un laboratorio ideológico y militar, esta vez con miras hacia Medio Oriente.”
Diversos analistas coinciden en que la célula del MLNP podría fungir como una suerte de relevo para Hamás, organización que atraviesa una de sus peores crisis. Voces extraoficiales aseguran que la célula palestina en Cuba estaría recibiendo apoyo del ICAP, el MININT y el MINFAR, tres pilares fundamentales del castrismo. Incluso se reporta que algunos miembros ya estarían recibiendo entrenamiento militar en territorio cubano.
“Esto es mucho más que solidaridad revolucionaria: ¡es la exportación de ideología radicalizada desde el Caribe hacia Medio Oriente, con implicaciones directas para la seguridad hemisférica!”, apunta Crofs, al citar al politólogo Álvaro Yanes.
La experta en seguridad Laura Benítez también lo advirtió: “No es coincidencia que esto ocurra cuando Hamás está debilitado. Esta célula surge con respaldo logístico, cobertura diplomática y objetivos estratégicos.”
La historia no ayuda a calmar los ánimos. Durante décadas, el régimen cubano ofreció entrenamiento militar y técnico a grupos considerados terroristas por Occidente, desde la OLP y Fatah hasta Hezbolá, el IRA y las Brigadas Rojas. En ese mismo patrón podría inscribirse esta nueva alianza.
“El problema no es solo lo que está ocurriendo, sino lo que representa: un regreso al pasado más oscuro de la geopolítica cubana, donde la Isla se convierte en refugio, escuela y trampolín para actores radicales internacionales”, reflexiona Crofs.
Mientras Cuba atraviesa una crisis humanitaria sin precedentes, el régimen parece más interesado en sostener alianzas con causas extranjeras que en aliviar el sufrimiento de su pueblo. Y mientras tanto, el mundo —una vez más— duda entre mirar o actuar.
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