Este jueves quedó marcado por la llegada del primer grupo de migrantes al centro de detención conocido como Alligator Alcatraz, ubicado en el corazón de los Everglades, Florida.
La instalación, apodada así por el gobierno estatal, abrió oficialmente sus puertas con un autobús del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) ingresando al recinto, a pesar de que inicialmente se había previsto que las primeras transferencias de detenidos ocurrieran el miércoles.
En la entrada del centro, un cartel con el nombre “Alligator Alcatraz” refleja el propósito y el mensaje que las autoridades desean transmitir: un lugar con condiciones estrictas y difícil acceso, al estilo de la mítica prisión de Alcatraz.
Según declaraciones oficiales, el centro tiene capacidad inicial para albergar a 3,000 migrantes, con una ampliación prevista hasta 5,000, rodeado por más de 8,500 metros de alambre de púas y vigilado por más de 200 cámaras de seguridad y 400 agentes.
La construcción acelerada de esta instalación en una remota pista de aterrizaje en medio de un ecosistema frágil y protegido, como los Everglades, ha sido objeto de duras críticas. Organizaciones medioambientales y representantes de comunidades indígenas, como la tribu Miccosukee, han alertado sobre el impacto ecológico y la profanación de tierras sagradas.
“Para nosotros, nuestra medicina está en esta tierra… debemos protegerla”, afirmó James Osceola, líder de la tribu, denunciando también problemas como las inundaciones que afectaron algunas estructuras durante las recientes lluvias.
Desde un punto de vista político, el gobernador Ron DeSantis y otros funcionarios estatales y federales han promovido Alligator Alcatraz como una herramienta disuasoria para la migración irregular, presentándola como un modelo que podría replicarse en otras regiones del país.
Donald Trump visitó el centro y lo describió como un lugar para albergar a “los migrantes más amenazantes”, subrayando que la única salida para los detenidos es la deportación. Además, planteó la posibilidad de que miembros de la Guardia Nacional actúen como jueces de inmigración para acelerar los procesos.
No obstante, esta estrategia ha generado un intenso debate. Las condiciones climáticas adversas y la idoneidad del terreno, sumadas a cuestionamientos sobre la legalidad de acelerar deportaciones sin los debidos procesos, han alimentado las protestas de activistas y defensores de derechos humanos.
Mientras tanto, el estado avanza en la preparación para que el centro alcance su máxima capacidad a principios de julio, incluso comercializando productos promocionales con el nombre del centro, en una campaña que busca enviar un mensaje claro a quienes intentan migrar: las consecuencias serán severas y la permanencia, difícil.
Este complejo escenario convierte a Alligator Alcatraz en un símbolo controvertido que refleja la tensión entre seguridad, política migratoria, derechos humanos y protección ambiental en Florida.
Fuente: Telemundo 51
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