La Vuelta a España 2025 concluyó de manera inesperada en Madrid, luego de que fuertes protestas propalestinas obligaran a suspender la última etapa de la competición. La jornada terminó con dos detenidos y 22 policías heridos, según el balance oficial.
Desde primeras horas de la tarde, miles de manifestantes ondearon banderas palestinas y portaron pañuelos en solidaridad con Gaza. El objetivo central era expresar rechazo a la participación del equipo israelí en la ronda ciclista y visibilizar apoyo a la causa palestina.
En un inicio, la movilización transcurrió de manera pacífica, con música y bailes en varios puntos del recorrido. Sin embargo, hacia las 18:00 horas la situación se tornó tensa: grupos de manifestantes comenzaron a invadir el trazado previsto para el pelotón, lanzando botes de humo y desplegándose en distintos puntos de la capital.
La organización decidió desviar momentáneamente la ruta para proteger a los ciclistas, que se encontraban en el Campo de Moro a la espera de instrucciones. Poco después, a las 18:30 horas, se confirmó lo inevitable: la etapa final quedaba cancelada y, con ella, la ceremonia de cierre de la Vuelta.
Se trató de un hecho sin precedentes en la historia de la competición, que vio cómo su jornada de clausura se transformaba en escenario de enfrentamientos entre manifestantes y la policía.
Las avenidas de Alcalá y Gran Vía fueron tomadas por miles de personas, lo que derivó en choques con las fuerzas de seguridad. La policía cargó para frenar el lanzamiento de vallas y botellas, pero los disturbios continuaron durante varias horas.
Uno de los momentos más llamativos ocurrió en la pancarta del último kilómetro: en lugar de presenciar el esprint final, la zona fue convertida en una barricada improvisada, donde se colgaron banderas palestinas en señal de victoria simbólica.
El ambiente se mantuvo tenso incluso tras la suspensión oficial de la carrera. La fuente de Cibeles, tradicional punto de celebración del ciclismo en España, quedó rodeada por furgones policiales mientras los disturbios continuaban en sus alrededores.
La cancelación obligó a suspender también la ceremonia del podio, en la que el danés Jonas Vingegaard debía recibir el reconocimiento por su primer título en la Vuelta a España. La imagen esperada de los ganadores celebrando en el centro de la capital fue reemplazada por escenas de tensión y un fuerte despliegue policial.
Este episodio marca un precedente inédito en la historia de la Vuelta, en la que nunca antes una protesta había logrado detener el desarrollo de la carrera y su etapa final. El hecho refleja la creciente visibilidad que movimientos internacionales buscan lograr en grandes eventos deportivos, aunque en esta ocasión el desenlace estuvo marcado por la violencia y la represión policial.
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