Mientras Cuba enfrenta una fuerte epidemia de chikungunya que mantiene los hospitales al límite, sale a relucir un estudio científico que ya en 2022 había encendido las alarmas. La revista MEDISAN confirmó la presencia en la isla del Aedes vittatus, una especie invasora capaz de transmitir dengue, fiebre amarilla, chikungunya y zika, justo en un momento en que el Estado reconoce que ni siquiera puede fumigar como antes.
El hallazgo fue realizado por especialistas del Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología de Santiago de Cuba, quienes detectaron por primera vez este mosquito en enero de 2020 en la localidad de Ramón de las Yaguas. Desde entonces, su aparición se ha expandido por al menos cuatro municipios y más de treinta localidades en el oriente cubano. Se trata de un enemigo nuevo en un país donde el mosquito ya es casi un símbolo nacional del desastre sanitario.
El Aedes vittatus es considerado una especie con gran capacidad de adaptación y expansión. Comparte criaderos con el Aedes aegypti y el Aedes albopictus, los dos vectores que históricamente han disparado las grandes epidemias en Cuba. La diferencia es que este invasor se siente cómodo en cualquier entorno: calles urbanas, zonas rurales e incluso hábitats selváticos.
A diferencia del Aedes aegypti, que se alimenta casi exclusivamente de humanos, el Aedes vittatus es más versátil: puede picar tanto a personas como a otros mamíferos, lo que lo convierte en un transmisor más difícil de controlar. Además, puede reproducirse en casi cualquier lugar donde se acumule agua —tanques, huecos de árboles, vasijas, macetas, charcos o barriles improvisados— y sus huevos toleran el sol, la desecación y temperaturas de hasta 46 grados, un desafío adicional para cualquier campaña de control.
El artículo científico advirtió que, si se establece definitivamente, el Aedes vittatus puede convertirse en un vector de gran importancia en la transmisión de arbovirosis en Cuba. La investigación, liderada por Mirtha Gladys Pérez Menzies, elevó a 71 el número de especies de mosquitos registradas en el país, confirmando lo que muchos temían: la fauna culícida está creciendo al mismo ritmo que la crisis sanitaria.
Los investigadores pidieron más recursos y vigilancia entomológica, algo difícil de lograr en el contexto actual, donde el propio régimen reconoce que no tiene combustible, insecticida ni equipos para fumigar como antes. El Aedes vittatus aparece justo cuando crece el dengue y se dispara la chikungunya, con miles de casos semanales y un sistema hospitalario saturado.
Para una población que vive entre apagones, escasez de agua potable y centros de salud desbordados, la llegada de otro mosquito no solo es una mala noticia: es otra demostración de que el Estado cubano perdió el control del combate epidemiológico. En esta batalla, el mosquito parece avanzar más rápido que el gobierno.
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