Falleció en La Habana el destacado músico camagüeyano Enrique Álvarez, uno de los violinistas más reconocidos de la música cubana contemporánea y fundador de la emblemática orquesta Charanga Latina. Su partida marca el fin de una trayectoria artística que dejó profundas huellas en la cultura nacional y en varias generaciones de intérpretes.
Nacido en Camagüey el 10 de septiembre de 1952, Álvarez creció rodeado de tradición musical dentro de una familia que ha marcado la historia sonora de Cuba. Era hijo de Nené Álvarez, figura esencial de la música popular, y hermano del inolvidable Adalberto Álvarez, “El Caballero del Son”. Siguiendo ese legado, se formó profesionalmente en la Escuela Nacional de Arte bajo la guía de la profesora francesa Marivonne Drobahce, graduándose de viola, aunque su instrumento estrella siempre fue el violín.
A lo largo de su extensa carrera, Enrique Álvarez integró algunas de las agrupaciones más relevantes del país. Fue primer violín de la Orquesta Sinfónica Nacional y de la Orquesta Sinfónica de Camagüey, además de participar en proyectos populares junto a Elio Revé, Richard Egües, Guillermo Rubalcaba, Maravilla de Florida, América y Enrique Álvarez (padre), entre otros. Su versatilidad le permitió moverse con igual destreza entre lo sinfónico y la música bailable, un sello distintivo que lo convirtió en referente para jóvenes ejecutantes.
En 1992 decidió emprender su proyecto más ambicioso: la creación de la Charanga Latina, una orquesta que revolucionó la escena musical de los años 90 y 2000 con un sello propio, colocándose rápidamente en los primeros lugares de popularidad. Temas icónicos de la agrupación acompañaron fiestas, carnavales y celebraciones de múltiples generaciones de cubanos, quienes lo identificaban por el sonido elegante y poderoso de su violín.
Giras internacionales, premios, una amplia discografía y el respeto unánime de sus colegas en Cuba y el extranjero conforman el legado de un creador que defendió con pasión la autenticidad de la música cubana. Para muchos músicos jóvenes, Álvarez fue maestro, guía y ejemplo de disciplina artística.
Por decisión de la familia, el velatorio se realizará en ceremonia privada. Con su muerte, la cultura cubana pierde a uno de sus grandes cultivadores, pero su obra permanece viva en la memoria musical del país.
Fuente: CMHW, Villa Clara.
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