El aumento de la inflación en Estados Unidos durante enero ha generado preocupación entre economistas, inversionistas y el propio gobierno de Donald Trump. Según el informe de la Oficina de Estadísticas Laborales, el Índice de Precios de Consumo (IPC) se situó en un 3% interanual, una décima más que en diciembre, mientras que el índice subyacente, que excluye alimentos y energía, subió un 3,3%.
El incremento de los precios básicos fue mayor de lo esperado, con un alza mensual del 0,4%, lo que ha puesto en duda la estabilidad de la política monetaria de la Reserva Federal (Fed). A pesar de la creciente presión, el Comité Federal de Mercado Abierto decidió el 29 de enero mantener las tasas de interés entre el 4,25% y el 4,50%, luego de haberlas reducido en tres ocasiones consecutivas.
La Fed ha señalado que los riesgos para la economía están "más o menos equilibrados", aunque sigue vigilando cualquier amenaza que pueda afectar la estabilidad de los precios y el empleo. Sin embargo, con el nuevo repunte de la inflación, crece la incertidumbre sobre futuras reducciones en las tasas de interés.
El impacto de la inflación ha generado una reacción inmediata del presidente Trump, quien utilizó su plataforma Truth Social para insistir en la necesidad de bajar las tasas de interés. "Las tasas de interés deberían reducirse, algo que iría de la mano con los próximos aranceles. ¡¡¡Vamos a rockear, Estados Unidos!!!", escribió.
Si bien una reducción de tasas podría estimular el consumo y la inversión, también podría reavivar la inflación, lo que pone a la Fed en una posición difícil. Al mismo tiempo, algunos asesores económicos de Trump han sugerido medidas para frenar el consumo y aumentar la oferta laboral como una estrategia para estabilizar los precios, aunque esto podría implicar una desaceleración del crecimiento e incluso un aumento del desempleo.
A la incertidumbre económica se suma la reciente política arancelaria de Trump, que ha generado inquietud en los mercados. El mandatario anunció un arancel del 25% a las importaciones de acero y aluminio, además de un gravamen adicional del 10% a los bienes provenientes de China. Estas medidas podrían generar un aumento en los costos de producción y afectar a los consumidores, dificultando la lucha contra la inflación.
Analistas del Bank of America advierten que la combinación de estas políticas comerciales, fiscales y de inmigración podría tener un efecto inflacionario. A medida que el año avanza, la economía estadounidense enfrenta un panorama incierto, donde la política monetaria y las decisiones del gobierno jugarán un papel clave en el control de la inflación y el crecimiento económico.
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