En Cuba, la contradicción entre las prioridades del gobierno y las necesidades del pueblo se vuelve cada día más evidente.
Mientras miles de familias viven hacinadas o en condiciones precarias, la dictadura cubana continúa destinando millonarios recursos a la construcción de hoteles que permanecen mayoritariamente vacíos.
Según la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), en el primer semestre de 2025 la tasa de ocupación hotelera apenas alcanzó el 21,5%, una caída alarmante respecto al ya bajo 28,4% registrado en 2024.
Estos números reflejan no solo la baja afluencia de turistas internacionales, sino también la ineficiencia de una política de inversión que privilegia el turismo por encima de las necesidades básicas de la población.
Durante el mismo período, Cuba recibió 981 856 visitantes, un descenso significativo frente a los 1 309 655 del año anterior, mientras que las pernoctaciones cayeron un 27,8%, de 7 945 880 a 5 734 676.
Los ingresos de las entidades turísticas también sufrieron un retroceso, pasando de 70 817 millones de CUP en 2024 a 56 244 millones en 2025, evidenciando que la estrategia de expandir la infraestructura hotelera no ha generado el retorno esperado. A pesar de estos resultados, las autoridades continúan impulsando la construcción de nuevos hoteles, priorizando la proyección internacional del país y dejando de lado las carencias habitacionales de su población.
Mientras esto ocurre, los ciudadanos enfrentan dificultades para acceder a viviendas dignas. Muchas familias dependen de soluciones improvisadas, viviendo en espacios reducidos, en casas deterioradas o compartiendo viviendas con varias generaciones bajo un mismo techo.
La necesidad de una política que enfoque los recursos en resolver el déficit habitacional es urgente, pero la atención continúa centrada en la promoción turística, dejando a los hogares cubanos en una situación de vulnerabilidad creciente.
Los analistas advierten que esta inversión millonaria en hoteles podría considerarse un gasto mal aprovechado en medio de la crisis económica nacional.
Visitantes extranjeros han reportado deficiencias en el servicio, falta de mantenimiento, escasez de alimentos y bebidas y precios que no corresponden con la calidad ofrecida, demostrando que los proyectos hoteleros no cumplen con los estándares internacionales necesarios para atraer turismo sostenible.
"En lugar de construir más hoteles vacíos, Cuba debería garantizar que su pueblo tenga un lugar digno donde vivir", señalan expertos y ciudadanos, subrayando que la disparidad entre la infraestructura turística y las carencias habitacionales es una de las tensiones más visibles de la Isla.
La pregunta que persiste es cómo un país puede aspirar a atraer turistas mientras su propia población lucha por acceder a un techo seguro. La respuesta a esta paradoja sigue sin materializarse y la población cubana continúa esperando soluciones que, hasta ahora, no llegan.
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