Han pasado ocho meses desde que Doraiky Águila Vázquez, una joven habanera del municipio 10 de Octubre, desapareció sin dejar rastro el 15 de marzo de 2025. Desde aquel día, su madre Maura, vive una pesadilla que parece no tener fin. Cada amanecer es un recordatorio de que su hija no está en casa, y cada noche es un golpe más de incertidumbre y dolor. Aun así, Maura repite una frase que se le ha clavado en el alma:
“La vida se me va esperando a mi hija.”
Doraiky, según cuentan familiares y amigos, es una mujer tranquila, cercana a su madre y sin antecedentes de conflictos. No tenía costumbre de ausentarse ni cortar comunicación, por lo que su desaparición fue desde el primer momento alarmante y completamente fuera de su comportamiento habitual.
Ese 15 de marzo salió a realizar gestiones cerca de su zona y nunca regresó. Su teléfono dejó de responder y su rastro se perdió en cuestión de horas.
Desde ese día, Maura se ha convertido en una investigadora incansable. Ha recorrido centros de salud, estaciones de policía, barrios completos, terminales, zonas rurales, y cada rincón donde algún vecino asegura haber visto “una muchacha parecida”.
Ha pegado carteles, ha pedido ayuda en redes sociales, ha visitado medios alternativos y grupos de búsqueda de desaparecidos. Nada la detiene: ni el cansancio, ni la frustración, ni la indiferencia institucional que muchas veces la ha golpeado más que la propia incertidumbre.
La familia denuncia que las autoridades no han brindado avances significativos en la investigación. Los días pasan, las semanas se convierten en meses y aún no se han presentado pistas sólidas que expliquen qué ocurrió con Doraiky. Aun así, Maura insiste en mantener viva la publicación que recuerda el caso, repitiendo su ruego: que se comparta, que no se olvide, que alguien, en algún punto, aporte la pieza que falta.
En redes sociales, la historia de Doraiky sigue despertando dolor y solidaridad. Personas desconocidas se unen al llamado, otros reclaman la ausencia de respuestas oficiales, y algunos rezan para que este calvario llegue a un final esperanzador.
Mientras tanto, Maura sigue adelante. Con el corazón roto, pero con una fuerza que sorprende a quienes la conocen. Ella no ha perdido la fe. Y cada vez que comparte la foto de su hija, lo hace con la esperanza de que, en algún lugar, alguien sepa algo que pueda devolverle la vida que se le está yendo esperando a Doraiky.
Del perfil de Lara LP
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