El padre Alberto Reyes Pías es un sacerdote católico cubano, integrante de la Arquidiócesis de Camagüey, conocido por sus reflexiones críticas sobre la realidad de Cuba.
A través de sus escritos ha denunciado la crisis social, económica y moral del país, así como la persecución religiosa sufrida por la Iglesia Católica desde los inicios de la Revolución. Sus palabras, firmes y serenas, buscan despertar conciencia en medio de un pueblo marcado por el dolor, la manipulación ideológica y el desmoronamiento de la esperanza.
En una de sus meditaciones titulada “He estado pensando en la construcción de un mito”, el sacerdote reflexiona sobre la figura de Fidel Castro y el modo en que, aún después de su muerte, persiste en el imaginario popular como un salvador frustrado. “La destrucción galopante de nuestro país y el deterioro de la calidad de vida es algo que hoy nadie negaría, nadie que esté en su sano juicio y nadie que no esté ideologizado”, señala. Sin embargo, recuerda que muchos continúan afirmando: “si Fidel estuviera vivo, esto no pasaría”.
Para el padre Reyes, no se puede desconocer el magnetismo del líder revolucionario: su oratoria, su capacidad de seducción y la discreción con la que escondió su vida privada. Pero advierte que, más allá de la fascinación, “la historia y los hechos” son los que deben hablar.
Subraya que en la Sierra Maestra Fidel negó ser comunista y proclamó que la Revolución era “verde como las palmas”. Una vez en el poder, impuso el socialismo de manera unilateral, traicionando el anhelo democrático de los cubanos.
En su recuento, el sacerdote denuncia que el comunismo no fue una elección libre, sino una imposición sostenida en la manipulación y la fuerza. “Fidel fue el responsable último de los fusilamientos… cuyo único objetivo era mandar un mensaje de terror a la población”, recuerda.
También trae a la memoria el fusilamiento de tres jóvenes que intentaron huir en la lanchita de Regla, condenados a muerte como “castigo ejemplarizante”.
“Fue Fidel quien intervino el sistema educativo, eliminó toda alternativa escolar y privó a los padres del derecho de educar a sus hijos”. Además, denuncia el desmembramiento de las familias mediante becas, escuelas en el campo y misiones que alejaron a padres e hijos.
El padre Reyes resalta también la persecución religiosa: la expulsión de obispos y sacerdotes, la confiscación de colegios, la represión a cristianos enviados al UMAP, el hostigamiento en las iglesias y la promoción de un ateísmo militante.
“Estos son hechos”, concluye el sacerdote, recordando que la historia de Fidel Castro no se limita al mito del líder heroico, sino que está marcada por sombras que no deben silenciarse.
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