La presencia creciente de China en Cuba ha desatado preocupaciones en Estados Unidos, especialmente después de informes que indican la instalación de estaciones de espionaje en la isla. En un artículo publicado en junio de 2023 por The Wall Street Journal, se destacó que ambos países habrían establecido un nuevo centro de inteligencia para la recopilación de señales, conocido como SIGINT, aunque la administración de Joe Biden inicialmente descalificó el reporte como "inexacto". Sin embargo, posteriormente se desclasificaron datos de inteligencia que confirmaron la existencia de instalaciones de recopilación de señales operadas por China en Cuba desde al menos 2019.
Según el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), los rumores sobre la presencia de inteligencia china en Cuba podrían remontarse a la visita en 1999 del general chino Chi Haotian. R. Evan Ellis, académico de la Escuela de Guerra del Ejército de Estados Unidos, sugirió que China podría haber estado involucrada en actividades de inteligencia en la isla desde la década de 1990.
La ubicación geoestratégica de Cuba, a menos de 160 kilómetros de las costas de Florida, la convierte en un punto clave para la vigilancia de las comunicaciones y las actividades del ejército estadounidense. A lo largo de los años, Cuba ha sido un sitio importante para la escucha de señales, con instalaciones como Bejucal (Lourdes y Calabazar), y nuevas construcciones, como Wajay y El Salao, que consolidan la influencia de China en la región.
A pesar de las negativas de China ante las acusaciones, afirmando que son "totalmente infundadas", los acuerdos que implican la construcción de instalaciones conjuntas de entrenamiento militar han generado aún más inquietud. Estos acuerdos podrían incluso llevar al despliegue de tropas chinas en Cuba, lo que representaría una amenaza directa a la seguridad de Estados Unidos, dada la proximidad de la isla a su territorio.
Por otro lado, las relaciones entre Cuba y China podrían estar impulsadas por una serie de factores económicos. Cuba atraviesa su peor crisis económica desde la caída del bloque soviético, y aunque necesita ayuda financiera, también se enfrenta a una Rusia limitada por la guerra en Ucrania. En este contexto, el régimen cubano podría estar dispuesto a ofrecer más acceso a su territorio a cambio de apoyo económico de Beijing.
A nivel político, Estados Unidos ha intensificado sus esfuerzos para frenar la expansión china en el Caribe. Marco Rubio, secretario de Estado, ha liderado una campaña para que tanto Cuba como China retrocedan en sus acuerdos sobre instalaciones militares. En su primer viaje oficial como secretario, Rubio centró su atención en el Caribe y América Central, reafirmando que esta región es una prioridad en la política exterior de la administración estadounidense.
En este sentido, el gobierno de Estados Unidos ha presionado a países de la región para que reconsideren sus vínculos con China. En Panamá, por ejemplo, Rubio logró que el presidente José Raúl Mulino decidiera no renovar el memorando de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, un acuerdo clave en la expansión de la influencia china sobre América Latina. Según la portavoz estadounidense Tammy Bruce, cualquier retraso en cambios inmediatos requeriría una respuesta de Washington bajo el Tratado.
Aunque la administración Trump evita una intervención militar directa en Cuba, su estrategia se centra en incrementar la presión económica y política. De acuerdo con The Wall Street Journal, Estados Unidos no permitirá que China tome control de un país tan cercano a su territorio.
(Fuente: Infobae)
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