En una acción militar sin precedentes, Estados Unidos llevó a cabo un ataque coordinado contra tres de las principales instalaciones nucleares de Irán: Fordo, Natanz e Isfahán. La operación, ejecutada en la madrugada del sábado, fue anunciada por el presidente Donald Trump desde la Casa Blanca, quien calificó el ataque como “un éxito total” y advirtió que “quedan más objetivos si no llega la paz”.
Los objetivos destruidos fueron instalaciones críticas del programa nuclear iraní:
El presidente Trump, flanqueado por altos funcionarios como el secretario de Estado Marco Rubio y el secretario de Defensa Pete Hegseth, destacó que esta operación forma parte de una estrategia para impedir que Irán desarrolle armas nucleares. Reiteró que Estados Unidos “no permitirá que el régimen más peligroso del mundo obtenga las armas más peligrosas del mundo”.
El ataque empleó bombarderos B-2 con bombas antibúnker y una treintena de misiles Tomahawk lanzados desde destructores y submarinos. Todos los aviones regresaron sin incidentes, según confirmó el Departamento de Defensa.
La respuesta de Irán llegó a través de la Organización de la Energía Atómica, que confirmó los ataques y los calificó como una violación al Tratado de No Proliferación Nuclear. Aseguraron que el programa continuará, pese a los daños, y anunciaron acciones legales en instancias internacionales.
Analistas internacionales advierten que la ofensiva podría desencadenar represalias y aumentar la inestabilidad en la región, especialmente por la implicación de aliados de Irán, como Hezbollah. En tanto, gobiernos del mundo observan con atención la evolución de los acontecimientos, ante el temor de una escalada militar en el Medio Oriente.
Museo 'Carlos Baliño': símbolo traicionado en el centenario del Partido Comunista de Cuba
Hace 1 día