En un país sumido en apagones prolongados, desabastecimiento de alimentos y medicinas, y una creciente irritación social, el régimen cubano ha optado por una estrategia ya conocida: reforzar su discurso político a través de un concurso cultural. Esta vez se trata de un certamen de fotografía que promete premios llamativos, pero que ha generado más indignación que entusiasmo.
Bajo el título “Amando y Defendiendo a mi Patria”, la iniciativa convoca a los participantes a captar, con imágenes, los supuestos efectos del “bloqueo estadounidense” en la vida cotidiana de los cubanos. El primer premio no es menor: un Samsung Galaxy A16 5G, acompañado de bicicletas y equipos fotográficos para otros ganadores.
La convocatoria está organizada por la Casa Editora Abril, los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) y la Misión de Puerto Rico en Cuba, y fue difundida en redes sociales por la usuaria Izet Morales. Las fotografías podrán enviarse hasta el 30 de enero de 2026, y la premiación está prevista para febrero en La Habana.
Además del eje central sobre el embargo, el concurso incluye una categoría especial dedicada a Ana Belén Montes, la exanalista de inteligencia estadounidense condenada por espionaje a favor de Cuba. En este caso, las imágenes deben incluir su nombre y un corazón rojo, un requisito que ha provocado una avalancha de burlas, memes y críticas en redes sociales.
Todo esto ocurre en un contexto especialmente tenso. En varias provincias del país, los apagones superan las 15 y hasta las 20 horas diarias, afectando la vida doméstica, el trabajo y la ya precaria disponibilidad de alimentos. Aun así, el discurso oficial insiste en responsabilizar exclusivamente al embargo estadounidense. La Unión Eléctrica (UNE) reforzó recientemente esa narrativa al afirmar que “sin fin del bloqueo no habrá estabilidad energética permanente”, una declaración que fue recibida con sarcasmo por muchos ciudadanos.
“No necesitamos fotos del bloqueo, necesitamos luz”, comentó un usuario. Otro fue más directo: “El bloqueo más fuerte es el interno”. Las reacciones reflejan un hartazgo que ya no se disimula.
No es la primera vez que el Gobierno recurre a este tipo de iniciativas en momentos de crisis. En noviembre pasado, un concurso poético en honor a Fidel Castro organizado por Cubadebate desató una ola de críticas similares, cuando el país atravesaba también apagones y una inflación asfixiante.
Para muchos cubanos, el nuevo certamen fotográfico no busca promover el arte ni la creatividad, sino mantener viva una narrativa política que cada vez conecta menos con la realidad cotidiana. Mientras se ofrecen celulares y bicicletas como incentivos simbólicos, la población enfrenta una rutina marcada por la oscuridad, la escasez y la incertidumbre.
Al final, la imagen más elocuente sobre la situación del país no necesita filtros ni jurados: está en los hogares sin electricidad, en las neveras vacías y en el cansancio de una población que ya no quiere consignas ni concursos, sino respuestas concretas y una vida digna.
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