En la calle San Fermín, entre San Antonio y San Ricardo, en el Consejo Popular Los Maceos de Santiago de Cuba, un tragante abierto se ha convertido en una grave amenaza para la seguridad pública. Lo que comenzó como una tapa de alcantarilla ausente se ha transformado en un hueco enorme que lleva más de cuatro meses sin atención por parte de las autoridades responsables. A diario, vecinos indignados observan cómo este peligro crece sin que se tomen medidas efectivas.
"Los vecinos han ido donde quiera y no le dan solución, esto es un peligro ya, mira por dónde va", denunció una residente de la zona, frustrada por la inacción de los servicios públicos. Esta situación, más allá del deterioro evidente de la infraestructura, refleja una falla crítica en la gestión municipal y en la respuesta ante los reportes ciudadanos.
Mientras las autoridades ignoran los reclamos, los carros deben subirse a la acera para evitar caer en el hueco, lo que pone directamente en riesgo a los niños que caminan por la zona rumbo a una escuela cercana.
El peligro no es hipotético. Recientemente, durante las intensas lluvias que azotaron La Habana, un trágico suceso estremeció al país: Jonathan Oliva, un niño de 13 años, falleció al ser succionado por una alcantarilla durante una inundación en La Habana . Este doloroso episodio encendió las alarmas en toda Cuba y reveló las consecuencias fatales que puede tener la negligencia institucional. La capital lloró a ese niño, víctima de un sistema incapaz de garantizar lo más básico: la seguridad de sus ciudadanos en la vía pública.
Este escenario se agrava durante las noches, cuando los frecuentes apagones que sufre Santiago de Cuba dejan la calle completamente a oscuras. El tragante, sin ninguna señalización ni barrera de advertencia, representa un peligro constante, invisible en la penumbra. En una ciudad donde los cortes eléctricos son comunes y la visibilidad nocturna escasa, este tipo de omisiones puede tener consecuencias irreparables.
Los vecinos de Los Maceos no piden grandes obras ni promesas vacías. Solo exigen lo mínimo: que se repare el hueco, se instale una tapa segura y se señalice la zona mientras tanto. Piden que no ocurra en Santiago lo que ya pasó en La Habana. Que no tengan que lamentar otra muerte evitable. La ciudadanía ha alzado la voz con fuerza y claridad. Ahora, le corresponde a las autoridades actuar antes de que sea demasiado tarde.
Del perfil de La Tijera
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