El reciente incidente ocurrido en el Túnel de la Bahía en La Habana evidencia con crudeza la magnitud del deterioro del sistema de transporte público en Cuba y el peligro real al que se enfrentan diariamente los ciudadanos.
Una guagua de la ruta A40 quedó varada dentro del túnel tras quedarse sin combustible, obligando a los pasajeros, entre ellos varios niños, a salir del vehículo y continuar a pie en medio del tráfico. Las imágenes compartidas por el propio ministro de Transporte, Eduardo Rodríguez Dávila, muestran a los menores caminando junto al contén, en un espacio estrechísimo, mientras los autos seguían transitando por la vía.
En condiciones normales, ese túnel representa ya un entorno riesgoso debido a la velocidad y densidad del tráfico. Pero cuando se convierte en un paso peatonal improvisado para decenas de personas, incluidos niños indefensos, se transforma en un escenario potencialmente mortal. Padres cargando mochilas y protegiendo a sus hijos del humo y del ruido, sin barreras de seguridad, sin personal que controle el paso de vehículos, sin apoyo institucional inmediato, muestran con toda claridad una situación de abandono.
Las redes sociales reaccionaron de inmediato al conocerse el hecho. Un usuario, al recordar experiencias similares, comentó: “No pasa ni pasará nada. Años atrás, igual tuve que cruzarlo. Salíamos negros del tizne de los carros que pasaban a nuestro alrededor”. Este tipo de testimonios revela que el problema no es nuevo ni excepcional: es un patrón que se repite y que ha sido ignorado por las autoridades durante años.
A la par de este episodio, circuló otro video en el que se observa a un grupo de ciudadanos empujando un tren detenido por falta de arranque. Ese acto simbólico refleja el estado agónico del transporte en Cuba. La escasez de combustible, el deterioro de la infraestructura y la falta de piezas de repuesto han llevado al país a un punto en el que incluso los servicios básicos dependen de la improvisación y del esfuerzo físico de la población.
Aunque el Ministerio de Transporte ha anunciado medidas para revertir la situación, los hechos recientes contradicen esos propósitos. La presencia de niños caminando por un túnel activo no es solo un incidente aislado, sino un síntoma alarmante de una crisis sistémica que pone en peligro vidas humanas. La población cubana, y especialmente sus sectores más vulnerables, continúan pagando con su seguridad las consecuencias de un sistema que no ofrece garantías mínimas.
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