Entre enero y mayo de 2025, Cuba registró un total de 290 incendios forestales, según cifras del Cuerpo de Guardabosques de Cuba (CGC). Aunque las autoridades insisten en campañas de concienciación, lo cierto es que el país enfrenta grandes obstáculos para enfrentar estos siniestros debido a la grave crisis económica que atraviesa, marcada por la falta de combustible, equipamiento técnico y personal capacitado.
Las provincias más afectadas han sido Pinar del Río, con 97 incendios reportados; la Isla de la Juventud (44); Matanzas (33); Cienfuegos (24) y Artemisa (22). En total, casi 9,500 hectáreas han sido arrasadas por el fuego, afectando tanto áreas boscosas plantadas como naturales.
Aunque las autoridades atribuyen las causas principalmente a la sequía, el cambio climático y las negligencias humanas, lo cierto es que el deterioro de las condiciones materiales del país también ha contribuido a la falta de respuesta efectiva. Equipos deteriorados, escasez de combustible para los vehículos de respuesta y una red de comunicaciones deficiente dificultan la detección oportuna y el control de los incendios, permitiendo que estos se propaguen rápidamente.
En medio de esta realidad, el CGC ha intentado implementar campañas de sensibilización y ejercicios prácticos en coordinación con otros organismos del Estado. Sin embargo, estas iniciativas resultan limitadas ante un escenario donde el país no cuenta con los recursos necesarios para operar con eficacia. La colaboración con productores agrícolas y comunidades cercanas a zonas vulnerables es una de las pocas estrategias aún viables, pero requiere una participación activa de la población y un nivel de organización difícil de mantener en el contexto actual.
Más del 90 % de los incendios tienen origen en acciones humanas: quemas agrícolas no controladas, fumadores irresponsables, vehículos sin dispositivos mata-chispas y actividades ilegales como la caza furtiva o la extracción de miel sin medidas de seguridad. Aunque se han reforzado las medidas de inspección, las capacidades reales de control son muy limitadas.
El CGC advierte que, aunque la temporada de lluvias podría mitigar parcialmente los incendios, no debe generar una falsa sensación de seguridad. La acumulación de material combustible en los bosques, la continuidad de la sequía en algunas regiones y el déficit de medios técnicos hacen que el riesgo permanezca alto.
Mientras el régimen insiste en discursos sobre conciencia ambiental y acciones comunitarias, la realidad en el terreno revela una falta crónica de inversión y mantenimiento en áreas clave para la protección del entorno. En un país con servicios básicos colapsados, la protección forestal parece haber quedado relegada a la voluntad ciudadana y a los pocos medios disponibles, lo cual podría acarrear consecuencias aún más graves a corto y mediano plazo.
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